Por mi trabajo en el entorno universitario, tengo la suerte de aprender tanto en conferencias o congresos científicos como cuando imparto docencia a los estudiantes. Y me pregunto, en estos días de confinamiento ¿qué podemos aprender? En mis clases suelo explicar la importancia de los pulmones (sanos) como órganos vitales para la captación del oxigeno de la atmósfera y su distribución por los billones de células que componen el cuerpo humano a través de los vasos sanguíneos. El coronavirus sabemos que estropea la interfase alveolo pulmonar-capilar sanguíneo e impide una correcta oxigenación, entre otras cosas. Es obvio que en la sociedad hay una gran diversidad de profesiones. Aunque, desde luego, todos hemos aprendido a no salir de casa sino era imprescindible. Algunos se han encontrado en encrucijadas vitales muy difíciles -sin casi tiempo de aprendizaje- como la de sufrir o acompañar en una enfermedad de final incierto o incluso el dolor por la pérdida de ser querido. Sin embargo, deseo referirme a algunas lecciones más caseras que nos trae el estar en casa. La oportunidad de realizar entre todoso con más tiempo las tareas diarias en relación con el cuidado de la casa y de sus habitantes. Desde la limpieza de los suelos, a la recogida de la basura, pasando por la compra en el supermercado o la elaboración de las comidas. Estas tareas oscuras y poco glamurosas, que apenas tienen espacio en Instagram, son como ese campamento de base de las grandes cimas del mundo que nos humanizan y permiten el crecimiento y el bienestar de todos en una casa de familia.