A pesar de la frustración, los emails interminables, las clases, los trabajos y presentaciones, del agobio y de la incertidumbre, quería aprovechar estas líneas para dar las gracias. Gracias a todos aquellos que luchan por proporcionar una educación pública de calidad en tiempos difíciles. Como estudiante universitaria me siento en deuda con aquellos profesores y demás personal que se está dejando la piel para que el curso siga adelante, aquellos a los que les sigue entusiasmando la docencia y que no pierden la esperanza en nuestra generación. Y hablo aquí de aquellos que trabajan bajo un clima desfavorable: casi a diario recibimos en el ámbito universitario información contradictoria sobre los criterios de evaluación o el calendario académico, hay alumnos desmotivados y otros que ni siquiera tienen los recursos necesarios para seguir el curso on line (y que merecen igual que el resto obtener los créditos matriculados). Aun así, hay quien consigue demostrar que es posible que la educación ilusione. Cuando pase esta tormenta, asegurémonos de blindar los servicios públicos y de reconocer el esfuerzo de la gente competente. Vuestro trabajo no pasa desapercibido.