No es nada nuevo que llevamos desde hace unos meses en estado de alarma por una pandemia, y que por ello, todos y todas nos hemos tenido que adaptar a la situación, tanto en nuestros trabajos, estudios, como en nuestro día a día.Me gustaría hablar sobre el ámbito académico, ya que tanto yo como miles de estudiantes nos estamos sintiendo ninguneados por nuestras universidades por el mero hecho de ser el eslabón más débil, pese a que somos una de las partes más importantes de la comunidad universitaria, ya que sin nosotros y nosotras no habría universidad.Llevamos meses escuchando que todo va bien, que la situación se ha normalizado y que todo el mundo está dando el máximo por los y las estudiantes.Sin embargo, nada más lejos de la realidad, esto es mentira. No es cierto que todo vaya bien cuando a diario tenemos dudas por cómo se nos va a evaluar. No es cierto que todo vaya bien cuando hay estudiantes que sufren discriminación por el simple hecho de no poder costearse las herramientas necesarias para poder seguir con las clases y exámenes. No es cierto que todo vaya bien cuando hay docentes que pasan de sus estudiantes y se dedican a no hacer nada para facilitarnos el aprendizaje desde nuestras casas. Y, por último, no es cierto que todo vaya bien porque estamos ante una situación nunca antes vivida para la cual ni la propia universidad, ni nadie, estaba preparada.Por lo tanto, que no le dé miedo a la universidad asumir que no todo va bien, porque es lo normal, y que se centre en solucionar los problemas que a diario tenemos, dejando de lado los correos informativos que nada informan ni solucionan.Porque los y las estudiantes, al contrario que la universidad, no tenemos ningún problema en admitir que tenemos miedo ante todo lo que se nos ha venido encima de la noche a la mañana. Tenemos docentes que aun a día de hoy, y con los exámenes a la vuelta de la esquina, no se han dignado a darnos clase, a aclararnos nuestras dudas acerca del nuevo modelo de evaluación, o simplemente a respondernos a los correos.Esto no quita que no haya docentes que no se hayan portado de manera extraordinaria con nosotros y nosotras, haciendo un seguimiento de nuestro día a día, estando pendiente de nuestras dudas en todo momento.Pero no solo tenemos que decir las cosas cuando se hacen bien, que es lo que parece que a la universidad le importa. Si se hacen mal, tenemos que denunciarlo y exigir que se solucione, porque estamos pagando una matrícula por recibir unas clases de calidad, y, por desgracia, no se están dando, y no por culpa del confinamiento.Nos sentimos ninguneados y nos duele ver cómo la universidad está anteponiendo y poniendo más empeño en que no copiemos a que aprendamos. Porque de este modo se demuestra que la enseñanza en casa no funciona y, por tanto, no todo va bien.