El día anterior a la elección la euforia desbordaba tanto al Gobierno como a la prensa: arrasaríamos.Sánchez aparecía sobrado ante los micrófonos y la Calviño en Bruselas se jaleaba como presidenta del Eurogrupo antes de la elección. A nuestros políticos habría que darles un curso de control de emocional, tanto en fases de euforia como de melancolía.Parece que en el Eurogrupo España no es considerada de fiar a pesar de que nuestra candidata iba avalada por un currículum deslumbrante, según se ha divulgado hasta el hastío, además del backing a su favor de los gallos de Europa. Pero ha triunfado Paschal Donohoe, el candidato de la discreta y laboriosa Irlanda. Seguramente no ha sido indiferente la historia sangrienta de la España de los Tercios de Flandes en tiempos de don Juan de Austria. Además de que Franco se levantó contra el poder legítimo provocando la Guerra Civil en 1936 y lideró una dictadura de hierro travestida en un híbrido llamada Transición. Tampoco será ajena la opinión del exministro de Holanda, Jeroen Dijsselbloem, que acusó a los países del Sur de "gastarse el dinero en alcohol y mujeres". Serán las malditas redes sociales que han divulgado que España es el país de sol, toros y de fiestas que vive a cuenta de subvenciones y a quien los países "frugales" del norte tienen que cubrir los déficits sistémicos de sus presupuestos consecuencia de sus "alegrías", para lo que demandan solidaridad.Quizá Calviño ignora que se han divulgado por el mundo las imágenes de los acontecimientos violentos que se produjeron en la celebración del referéndum del 1 de octubre en Catalunya de la actuación descontrolada de las fuerzas policiales para reprimirlo y que fue objeto de juicio y condena de los líderes en el vergonzoso procés. Calviño recoge las críticas de la prensa democrática europea que difunde las sentencias de los tribunales españoles contrarias a los principios de derechos humanos y que son sistemáticamente revocadas por los tribunales europeos. Este fracaso de la diplomacia internacional española debería servir de lección a los poderes fácticos españoles para que comprendan que en Europa se duda de la baja calidad de la democracia española y con ello se evidencia que tiene aún mucho trecho que recorrer para ser homologada.