Hace muchos años el periódico Egin publicó un escrito mío sobre la muerte de un niño de 11 años en el barrio de La Milagrosa (mi Mochuelo querido) por el derrumbe de un edificio en ruinas donde este jovenzuelo estaba jugando a tres navíos en la mar y otros tres en busca van. A raíz de este desgraciado accidente tuvimos que soportar la sentencia de un juez que aclaró que todo se reducía a una conducta inapropiada por parte del menor. Eso permitió a aquel ayuntamiento lavarse las manos. Sirvió por lo tanto para no indemnizar a la familia. Me sorprende el hecho de que aquellos concejales adoptasen un horroroso silencio. Cambio de tercio, en la página 32 de mi DIARIO DE NOTICIAS del día 17 de julio, viernes, se destaca una noticia parecida: “Desestimada la causa contra el Consistorio por un botellazo en el Chupinazo del 2010”, “El Consejo de Navarra descarta la indemnización de 419.000 € al madrileño herido en la cabeza”. Y ahora María Chivite, presidenta del Gobierno foral, entra en escena para joder la manta. Considera que los daños fueron causados por un individuo que fue condenado por tales hechos y que ninguna falta de control puede ser atribuida a la organización del acto. Ahora voy yo, un abuelo de 87 años. Aquel día, 6 de julio, donde se gritaba “Viva San Fermin, Gora San Fermin” la nefasta Yolanda Barcina, alcaldesa de Pamplona, y su Simón Santamaría, ella de Burgos y el de Marruecos, acordaron actuar violentamente contra los que querían mostrar la ikurriña, que también es nuestra. Resultado: un joven madrileño, Jose Carlos Arranz lesionado gravemente, con dificultades en estos momentos para hablar con normalidad. Conclusión: el dichoso Ayuntamiento no fue sancionado como es debido. Ningún ayuntamiento posterior dijo nada. Sobre esta dolorosa situación escribí hace tiempo con la suerte de que mi DIARIO DE NOTICIAS lo publicó. Por supuesto, el actual Ayuntamiento no ordena a sus agentes a liarse a hostias por la ikurriña, pero evita la presencia de la misma en el consistorio. Vamos avanzando hacia atrás.Vencido de tanto hacer frente al mar y a su oleaje. Aquí rindió su viaje la barquilla de Martínez Alegría.