n mi jardín de Cizur, cuando llega el verano sabemos que tenemos que estar al tanto de la evolución de la plaga de la polilla china (Cydalima perspectalis). En un pequeño terreno de 60 metros cuadrados, tenemos seis macizos de boj que plantamos en 2004. A lo largo de estos dieciséis años, no solo se han convertido en preciosos ejemplares de 1,40 metros, sino que además han ido creando un pequeño bosque de bojes a su alrededor.

Hace unos cinco veranos, observamos que algunas de sus ramas se secaban, lo cual nos llevó a descubrir unas orugas verdes que parecían ser las responsables de este deterioro. El buscador de internet nos ilustró sobre el nombre y los daños que producen.

Los dos primeros veranos, la empresa de jardinería a la que acudimos aplicó un tratamiento eficaz que me dijeron era ecológico y que actuaba inhibiendo el apetito de los bichos, lo cual les llevaba a la muerte en cuestión de horas. Pero el tercer verano, al pedir este tratamiento, me dijeron que había sido prohibido y me aplicaron un insecticida genérico.

Este verano, hasta el día 25 de julio, he tratado de mantener la plaga a raya por métodos mecánicos (buscando los daños en las hojas y ramas encuentro la oruga y la mato.) Siguiendo este método, he observado que los daños empiezan en la parte baja de la planta y que la oruga va subiendo hacia la parte alta, de modo que abajo se suelen encontrar los ejemplares recién nacidos (de unos 6 a 8 mm.) que, si logran ir subiendo hacia las partes más altas, pueden llegar a medir unos 5 cm. y devorar las hojas de las ramas por donde pasan. Al llegar arriba empiezan a formar un nido segregando unos hilos para formar el capullo donde se convertirán en polillas.

A día de hoy, a pesar de la vigilancia y control manual de las orugas, compruebo que alguna ya ha logrado su metamorfosis y ha escapado volando a poner nuevos huevos en otro boj. Por lo cual decido buscar a los profesionales que puedan aplicar el biopesticida basado en Bacillus thuringiensis, ya que compruebo en la página de Gestión Ambiental de Navarra que el uso de este pesticida en jardines no está prohibido.

También decido escribir esta carta para seguir alertando sobre la plaga que amenaza nuestros bosques de boj, enormes extensiones de montes que se quedarían expuestos a la deforestación, erosión y desertización, y pedir encarecidamente a los organismos competentes que favorezcan la investigación para encontrar una solución.

La autora es pedagoga y arteterapeuta