e envía machaconamente al inconsciente colectivo el mensaje de que la salida de la crisis es la vacuna. Antes, las farmacéuticas que controlan a la OMS, lo intentaron con la gripe A en 2009, y los estados compraron vacunas que no sirvieron para nada.

Ahora con las medidas: el PCR y las mascarillas, el miedo reina entre nosotros.

Cuando empezó la crisis sanitaria en el mes de marzo, nadie sabía cómo actuar, pero los meses pasan, se sabe más, aunque la confusión sigue siendo abrumadora. Los medios de comunicación bombardean con el mensaje PCR positivo = contagios y contra los que se saltan la “norma”. En la guerra del Vietnam los gobernantes de Estados Unidos aprendieron que ante el silencio de los medios de comunicación oficiales o seudoficiales en trasmitir la guerra, la gente se informó de periodistas independientes y otras fuentes y la desobediencia se contagió entre los jóvenes y perdieron la guerra. ¿Quién no se acuerda, por contra, del bombardeo de las cadenas de televisión con la guerra del Golfo Pérsico y desprestigiando otras fuentes de información? Pues ahora parecido: miedo a discutir sobre la vacuna, PCR, mascarillas, dióxido de cloro... Se apoderan de la información los partidos políticos que nos representan y los medios de comunicación afines están en el discurso de quien gobierna.

¿Quién sabe dónde está la gripe este año? ¿Por qué no se puede realizar autopsias para saber si los fallecidos son por o con covid-19? ¿Por qué se confunden positivos del PCR con contagiados? ¿Por qué a los niños y las niñas, que no contagian o poco, se les obliga a usar mascarillas y a respetar distancias sociales?

“Epidemia no es causada por portadores asintomáticos (PCR)” afirma en enero 2020 el doctor Anthony Fauci. Cambió el discurso en junio. La PCR es un comparativo de nucleótidos no más de 200 de los 30.000 que tiene el virus, con lo que la inespecificidad es evidente.

El PCR no discrimina si hay una carga viral potente o tan poca carga que no contagia. El PCR confunde la gripe estacional u otros coronavirus y, como consecuencia, se confinan pueblos por el resultado de estas PCR.

Sobre las mascarillas, Fernando Simón, a finales de febrero dijo que “no es necesario que la población use mascarillas”, más tarde cambió de parecer. Sin embargo, en otros países, como Finlandia o los Países Bajos, el homólogo de Simón, Jaap van Dissel, dijo en agosto “no existe ninguna razón para una obligación imperativa de usar una mascarilla”. Las mascarillas provocan la concentración disminuida de oxígeno en sangre y generan una compartida, aumentado el dióxido de carbono y una mayor tasa de infecciones.

Ahora se sabe cómo tratar a los enfermos del covid-19. Por ejemplo, hay cientos de testimonios curados por el dióxido de cloro y es barato, por favor, que no es lejía. La crisis sanitaria en Europa se pasó en mayo, y la ola de enfermos que viene, ¿dónde está? Comparativamente los fallecidos, a 20 de agosto de 2020, son 229.887 y años anteriores en el 2019 son 416.434 y 2018 son 427.942.

El incremento de fallecidos en otoño se debe a la gripe estacional, neumonia..., este año todo se ha convertido en el covid-19.

¿Por qué gastar tanto en el PCR y no invertir en investigaciones, por ejemplo, saber cómo afecta la vacuna de la gripe al covid-19? Un estudio del Hospital de Barbastro de Huesca demuestra una relación entre la covid-19 y la vacuna de la gripe. Porque a las farmacéuticas que gobiernan la OMS no les interesa.

La deuda pública se pone por las nubes y el trabajo escasea, ¿quién salvará? ¿Adeptos de la extrema derecha? ¿Dejar que el miedo reine? ¿O nos movilizamos parte de la sociedad para que cambien las medidas impuestas por gobiernos?

La muerte está mal vista en nuestra sociedad; por propia experiencia el gozo de la paz, la luz y el amor acompañan el tránsito de morir, aunque en mi caso por la deuda hipotecaria que dejaba a la familia, sigo vivo y en “pie de guerra”.

El bombardeo de las noticias confunde a la gente, pero nos queda la intuición.