En estas fechas nos incitan persistentemente a la compra de lotería, promovida e incentivada por el Estado mediante esa estupenda ( y cara) publicidad que apela a los sentimientos más profundos y lacrimógenos. El modelo de Estado-lotero permanece y se aferra en el imaginario colectivo. Consideraciones impositivas aparte, el Estado al hacer esto manda dos mensajes: uno, la riqueza es especulativa (hazte rico de la noche a la mañana), y por tanto el esfuerzo y la constancia son banales; dos, la felicidad está básicamente relacionada con el dinero. Estas Navidades, si estás a tiempo, no compres lotería. Si tienes 20 euros para gastar, compra algo en las tiendas del barrio o tomate un bocata en lo viejo o, mejor, cómprate una novela en alguna librería de las que todavía resisten, La peste de Camus, por ejemplo.