Esta carta refleja mi queja hacia las aseguradoras. Le expongo mi caso, hace 17 años firmé un seguro de vida con una conocida aseguradora, cuya finalidad era que, en el caso de que a mí me ocurriera algo, garantizar una tranquilidad económica a mi hija para hacer frente a los gastos que ello le pudiera ocasionar; tanto si sucedía a los 50 como a los 80 años.En dicho contrato especificaba que era “temporal” pero nadie se molestó en aclararme su temporalidad. Sí, ya sabemos que hay la famosa letra pequeña, pero que es prácticamente imposible leerla. Ellos me han ido renovando durante 17 años la póliza, afortunadamente sin haber tenido que hacer uso de la misma, pero atónita me quedé hace unos días cuando me notifican que rescinden mi contrato el próximo mes de marzo porque ya tengo cierta edad y he llegado al tope de dicho contrato, palabras textuales.Ahí empezaron mis consultas y efectivamente así están funcionando las aseguradoras o, por lo menos, algunas. Yo no pongo en duda la legalidad del asunto, para nada, pero sí su honestidad a la hora de hacer los contratos. A lo largo de 17 años he vivido confiando en esta estafa legal sin imaginarme en ningún momento que me fueran hacer esta faena, porque se supone que, precisamente, cuando pueda existir la posibilidad de que te haga falta hacer uso de la póliza, que religiosamente has pagado durante tantos años, te saquen de un plumazo de sus archivos.He sido una trabajadora a la que pagar la cuota de la póliza le ha costado el esfuerzo de su trabajo durante años como a cualquier persona. Ya no puedo hacer nada por mi dinero perdido, pero sí avisar a ciudadanos confiados como yo que tengan actualmente un seguro de vida de este tipo o planteen hacérselo, que se asesoren y les aclaren bien las cláusulas importantes de la letra pequeña. Supongo que la aseguradora estará satisfecha por sus objetivos cumplidos, pero yo me he sentido engañada y estafada por una compañía en la que tenía y tengo varias pólizas, y con la que nunca había tenido ningún problema.