on los que han pasado desde que el 6 de abril de 1999 se aprobase implantar en la Comunidad Foral de Navarra un sistema de carrera profesional para el personal facultativo sanitario del Departamento de Salud y sus organismos autónomos. El Gobierno estaba entonces liderado por el presidente Sanz y contaba con el consejero Gurrea al frente del departamento con competencias en Función Pública. El grupo profesional de los Técnicos de Cuidados de Enfermería (TCE), popularmente conocido como Auxiliares de Enfermería, quedó sin regular y, desde entonces, con el paso del tiempo y de los consejeros de Salud Cervera, Kutz, Vera, Domínguez e Induráin, el sistema de carrera profesional ha sido desarrollado exclusivamente para el personal diplomado sanitario. El despliegue de tal sistema ha dejado arbitraria y sistemáticamente fuera al grupo profesional de los TCE, pese a ser el grupo de profesionales que más tiempo pasa con usuarios y pacientes durante la hospitalización o la realización de pruebas diagnósticas (fuente: Diario Sanitario). El autogobierno del que hacemos gala en Navarra nos ha servido en este caso para ser la única comunidad autónoma de todo el Estado en la que no se nos reconoce el derecho a dicha carrera profesional.

3 años, 7 meses y 3 días son los que han pasado desde que el 4 de octubre de 2018 el Gobierno de Navarra, representado en la figura de la consejera Beaumont y presidido por la presidenta Barkos, acordase con los sindicatos UGT, CCOO y LAB modificar significativamente las condiciones de algunos grupos profesionales de funcionarios del Gobierno de Navarra. Con dicho acuerdo se inició un proceso de promoción que culminó con el encuadramiento de todos los niveles E (celadores, servicios generales, etcétera) de la Administración Foral en el nivel D, y a solo una parte de los niveles D (como los auxiliares administrativos) en el nivel C. Este acuerdo dejó expresamente marginado al grupo profesional de los TCE, en torno a 2.000 profesionales, que quedaron arbitrariamente fuera de tales promociones, de las que sí gozaron otros colectivos hasta entonces equiparados a los TCE. Enhorabuena a todos ellos.

La inacción después de años de olvido y desidia producen ahora una paradoja: el grupo profesional de TCE sigue encuadrado en el nivel D a pesar de exigírsele una titulación de Formación Profesional de grado medio que a otros grupos profesionales de su nivel no se les requiere. No parece justo, por tanto, que a los TCE no se reconozca la categoría profesional que sí se les exige para poder realizar su actividad profesional. ¿Dónde quedan los principios de igualdad, mérito y capacidad?

Pero la paradoja no termina ahí. Porque también cabe preguntarle directamente al consejero de Educación, Sr. Gimeno, cómo explicar a mi hija el valor de la Formación Profesional y del esfuerzo en estudiar un plan de estudios de 1.400 horas que no se ve recompensado por la propia Administración Foral.

Después de años reivindicando la actualización de funciones, la reclasificación profesional y subida de nivel de cualificación del título profesional, el único resultado conseguido hasta el momento ha sido, además del reconocimiento por parte del Defensor del Pueblo, una moción en el Parlamento de Navarra, unánime eso sí, de nuestros derechos. Una suerte de palmadita en la espalda, sin efecto vinculante alguno, mediante la que representantes de todos los partidos con responsabilidad en los gobiernos de las dos últimas décadas reconocieron el pasado junio un derecho que sigue sin ponerse en práctica.

Finalmente cabe preguntarse si tal ninguneo es merecido por uno de los grupos profesionales más feminizados: más de 1.900 mujeres, más del 95%.

¿O será por eso?

La autora es Técnico de Cuidados de Enfermería