eo con interés semanalmente los recorridos del El rincón del paseante, Patricio Martínez de Udobro. Me induce recordatorio y conocimiento de las interesantes zonas de nuestra ciudad, considerándome un PITV (Pamplona/Iruña de toda la vida).

Respecto al artículo elaborado por el citado escritor, publicado el día 5 de septiembre en DIARIO DE NOTICIAS, titulado De exposiciones, caballos y críticos, aporto mi siguiente visión.

Del día 1 al 3 del presente septiembre se expuso en la Ciudadela la Feria EdiFica 21. Relacionada con la misma, Diana Torres -responsable del Comité del Consorcio Passivhaus- manifestó lo siguiente: “Si no potenciamos a la eficiencia energética, nos extinguiremos”.

Se ha cumplido el sexto año que el edificio donde habitamos contiene la envolvente energética, fue el tercero en la Txantrea e impulsado por nuestra participación. La mejora en climatización ha sido notoria, unido a la reducción económica en calefacción.

Continúa el El Paseante su recorrido y llega a los fosos de la Ciudadela, donde se celebró una prueba de hípica, “extendiéndose de forma inusual sus amplios comentarios respecto a ello”, expresándose “que dispara a modo de ráfaga” con su Nikon, desplazándose de un lado para otro, “pisando la arena” en esas zonas tristes para algunas/os y alegres y bulliciosas para otras/os. Los fuegos artificiales continúan siendo fijos en las fiestas patronales de Pamplona/Iruña, este espectáculo visionado desde la avenida de la Paz -yo los inicié a observar, en la década de años 60, lugar, la Plaza del Castillo- supone un sobresaliente luminoso para todas/os las/os miles de ciudadanas/os asistentes, con mi cámara -casualmente otra Nikon- “la he pulsado en modo continuo.”

Y en tercer lugar, al leer los críticos, rebobino mi memoria donde se grabó con aquella tinta fresca, y recupero aquel jefe de producción de la empresa donde yo trabajaba, me llamaba “crítico” por mi comportamiento laboral, eso sí, él se relacionaba en mayor medida con las/os trabajadoras/es silenciosas/os. Aquella, mi actitud, la inicié en 1967 del siglo pasado -la mantengo los actuales días-, hoy la continúan otras/os trabajadoras/es dentro de la empresa que obtiene beneficios y continúa abierta, en pie.

Sin salir de la Cuenca de Pamplona/Iruña existe un recorrido muy interesante que yo lo disfruto, se trata de un cómodo camino a media ladera sur de nuestro monte Ezkaba, cerca de los pueblos de Artica/Artika, Ansoain/Antsoain y Txantrea. Por las mañanas con iluminación solar, varios corzos aparecen en los campos cercanos, en paciente y perteneciente libertad, que a día de hoy sorprende el espectáculo natural que la Nikon lo recoge obedientemente.

Atrás quedaron aquellos años 60 que por la querida Txantrea aparecían una mujer con pandereta y su cabra obediente, a la par, un hombre con trompeta y escalera, provenientes de la Cuenca de Pamplona/Iruña, que se situaban debajo de casa. Música de metal y piel de vaca escalada de la domada, cuatro patas en la cima y descenso de la misma. Recompensa, céntimos, ochenas -perras gordas-, monedas de dos reales con agujero y ninguna pesetilla, que en el cestillo la/o recogían, apareciendo en vuelo descendiente alguna moneda proveniente de los balcones. Aquella atracción costaba la voluntad para aquella vecindad, las aceras no se deterioraban -el níquel no pesaba-. Aquel evento callejero viajero se prohibió.

Las críticas en diferentes temas tienen la aportación de argumentos reales existentes “defendibles con respeto” en mi modesta y respetuosa opinión. La ciudadanía paga sus reglamentados impuestos, de ahí se contratan los diferentes eventos -no son gratis-, y todo el derecho legal de saber sin largos silencios, claramente, todos los costes de cualquier espectáculo, evento, concierto, etcétera público, debidamente y a su tiempo, “organice quien organice” en nuestro Ayuntamiento.

Leyendo las supuestas críticas opino que “no hay ningún sector de la población que solo ve con buenos ojos exhibiciones de aizkolaris, harrijasotzailes, pelotaris, segalaris, aizkolaris, akordeolaris, korrikolaris, setalaris, pitolaris”, estos seis últimos activos son de mi cosecha.

El que escribe ha asistido este verano a varios conciertos en el Palacio de Ezpeleta, en la Media Luna, junto a la estatua del extraordinario violinista navarro Pablo Sarasate, y en la Taconera, debajo también de la estatua del gran tenor roncalés -otro navarro-Julián Gayarre. Todos los conjuntos musicales, bandas y grupos musicales actuantes, de casa, realizándose en escenarios al aire libre, en vivo y en directo, controlado aforo y medidas anti covid implantadas.