ay quienes desde la política y las élites económicas ante cualquier crisis plantean bajar impuestos. El populismo fiscal se convierte así en la bandera de quienes creen que pagar menos ayuda a superar problemas. Pero si algo nos ha demostrado el análisis del comportamiento de las diferentes economías es que bajar impuestos supone, a la larga, que las mayorías sociales paguen más.

Menos impuestos es que haya menos pensiones, menos sanidad pública y menos enseñanza. Y eso tiene un impacto mayor entre quienes no pueden proveerse de estos derechos en el mercado privado. Por lo tanto, se mire por donde se mire, la bajada de impuestos y el populismo fiscal benefician más a quien más tiene.

Precisamente esa es la peligrosidad de la falacia liberal que nos promete más libertad y mejor vida si pagamos menos, pero resulta que es precisamente al contrario. Con menos impuestos la mayoría de la gente se quedaría sin red, sin ese suelo social que te permite ser diabético o afrontar un cáncer con garantías de que lo público te va a cuidar y, en la medida de lo posible, curar.

Para ello es importante que afrontemos el debate sobre la fiscalidad en Navarra con una mirada de fondo. Es urgente reflexionar sobre nuestro modelo productivo, sobre la necesidad de generar empleo de calidad, sobre la capacidad de las instituciones navarras de asegurar servicios públicos de calidad y, entre otros, sobre la salud de nuestra economía con la mirada puesta en los próximos veinte años.

Navarra, como a veces se dice, no es un infierno fiscal, recaudamos el equivalente a siete puntos del PIB menos que los países vecinos, por eso es absolutamente necesario confluir fiscalmente con Europa.

Además de ello, en CCOO consideramos fundamental que se dé una mayor redistribución de la carga fiscal. La clase trabajadora (personas ocupadas, paradas o pensionistas) son quienes soportan la casi totalidad de la carga impositiva, 3.300 millones el año pasado. Aportamos entre un 85 y un 90% de todos los impuestos que recauda la Hacienda Foral.

Mientras, el Impuesto de Sociedades, el de las empresas, ha pasado en unos años de suponer más del 13% de los ingresos, al 6,8% (250 millones en 2020). Entre otros motivos, porque se pueden beneficiar de muchas deducciones, bonificaciones o exenciones. Deducciones bastante superiores, proporcionalmente, a las que pueden aplicar quienes cotizan por IRPF.

Tanto es así que las empresas reciben de los presupuestos de Navarra bastante más de lo que aportan de forma directa. Así, la Hacienda Foral ingresa por el Impuesto de Sociedades 250 millones, pero deja de percibir 127 por deducciones fiscales. Además, las empresas privadas reciben otros 120 millones por transferencias corrientes, 60 millones por transferencias de capital, y se financia a la enseñanza concertada con 143 millones. Es decir, 450 millones.

Esta desigualdad de cargas y responsabilidades hace que sea necesario impulsar un modelo fiscal basado en la progresividad y el reparto justo de la riqueza, exigiendo más a quien más tiene. Hay que reequilibrar la carga fiscal entre las rentas del trabajo y las rentas del capital y hay que revisar los beneficios y deducciones fiscales a la vez que se mejoran los controles

Este año se ha hecho público que, otra vez, 640 personas y empresas adeudan 304 millones de euros a Navarra. No puede ser que haya empresas y empresarios que salen en las listas de morosos todos los años.

El objetivo de CCOO es que las siguientes generaciones tengan confianza en lo público, que es lo contrario de lo que pretenden quienes defienden desde el liberalismo el populismo fiscal.

Lo colectivo es útil, tanto que la respuesta ante la pandemia no se entendería sin la aportación de miles de personas que trabajan en lo público y sin el propio Estado del Bienestar que ha garantizado una distribución igualitaria y ágil de las vacunas.

La confianza en lo público es trascendental para asegurar la transformación y el avance de la economía navarra y ello se asegura, entre otras cosas, con una mayor cultura fiscal y con una fiscalidad progresista y progresiva.

El autor es secretario general de CCOO Navarra