El Premio Nobel de Química de este año viene a reconocer el trabajo pionero de Benjamin List y David MacMillan en el campo de la organocatálisis asimétrica. Detrás de ese juego de palabras se encuentra el desarrollo de estrategias químicas novedosas, más respetuosas con el medio ambiente, que han tenido y tienen una enorme aplicación en la síntesis química de una enorme variedad de moléculas de uso diario, entre ellas, determinados fármacos. Los catalizadores, sustancias que aceleran las reacciones químicas y bioquímicas, han estado tradicionalmente limitados a ciertos metales y enzimas. La gran contribución de estos investigadores es el impulso de un nuevo tipo de catálisis, la organocatálisis asimétrica, que se basa en la utilización de moléculas orgánicas relativamente sencillas, que permiten entre, otras cosas, la síntesis de moléculas asimétricas, muchas de las cuales son de una enorme importancia en el mundo farmacéutico. Este tipo de moléculas son imágenes especulares una de la otra y, con frecuencia, tienen propiedades farmacológicas muy diferentes. La posibilidad de obtener solo una de ellas, la relevante desde un punto de vista biológico, supone un enorme avance científico-técnico y permite reducir posibles efectos indeseados de la molécula no deseada.