A la vez que Vigo se convertía en el faro del mundo y el Gobierno de Navarra declaraba sin ruborizarse que somos de colores, se me ponía el cuerpo como cuando los bancos dicen que me aman o las eléctricas le pasan la pata a Greenpace robándole el arcoiris. No tengo arreglo, ya lo siento, las campañas oficiales me dejan como los abrazos del vecino en San Fermín. La melonada de que somos de colores lo puede ver cualquiera. Salta a la vista que el color de la piel de la raza humana es un fenotipo llamativo al que algunas personas lo elevan a la categoría de genotipo excluyente. Somos de colores. ¿Y? El problema no es si somos de colores; el problema es si esos colores están siempre en su bote y en la estantería o si todos tienen las mismas posibilidades de lucir en cualquier lugar del lienzo. El problema está en si las instituciones ponen la escalera de la educación, el aerosol del habla, el rodillo de la lectura y el pincel de la escritura para que los distintos colores pinten algo. Y, desgraciadamente, la cosa tiene mala pinta. La alfabetización de personas adultas venidas de otras tierras no parece que tome fuerza. En Apoyo Mutuo tenemos claro que la oferta del Gobierno de Navarra para alfabetizar a mayores de dieciocho años es tan claramente insuficiente que algunos colectivos imparten clases a personas excluidas. La matrícula en los cursos de alfabetización no está abierta todo el año, por mucho que lo diga la página web del CPEBPA José María Iribarren, y la población inmigrante que llega a Navarra tiene que estar mano sobre mano en la calle, esperando a que le caiga la lotería y sea admitida en uno de los dos cursos cuatrimestrales que hay en los centros del Gobierno de Navarra. En los centros públicos de Infantil y Primaria hay muchas madres analfabetas en castellano, seguro que también lo serán en euskera en la zona vascófona, que se van a sus tareas domésticas una vez dejadas sus criaturas en la escuela. Esas mujeres deberían tener la posibilidad de asistir a clases en el mismo centro, incluso con sus bebés. El acceso a cursos de formación laboral organizados por el Servicio Navarro de Empleo o a las escuelas taller de los distintos ayuntamientos está cerrado para la población inmigrante por no cumplir con los requisitos requeridos. Creemos que las personas perceptoras de renta básica deberían poder asistir a los cursos de formación laboral.A los individuos de un color y una pinta diferente a la de ocho apellidos forales les suele parar la policía con frecuencia. Les piden pasaporte, permiso de trabajo, NIE... No les dicen, cuando ven que se defiende mal con el idioma, que hagan el favor de acompañarles al centro José María Iribarren, no. Una especie de pasaporte educativo voluntario no estaría mal.Navarra es como un cuadro de Piet Mondrian, de colores.