l sábado 26 de febrero de 2022, me senté pensando en el partido de pelota que iba a poder disfrutar en EITB. Aunque no acudo habitualmente a los frontones, me encanta la pelota mano pero, y esta es la paradoja, quería estar allí: ya había conseguido dos entradas para el partido del 29 de enero gracias a mi cuñado y un amigo suyo y, tras posponerse al día de hoy, las había mantenido. Al fin, por problemas de salud, aquella misma semana tuve que abandonar dicho proyecto. ¡Con muchísima pena!

Y es que "he sido" de Olaizola, por su juego; de Barriola, por caballero; de Zabaleta, por su elegancia... Así podría seguir con muchos otros pero siempre "he estado y estaré" con Oinatz Bengoetxea.

La pelota mano, en sí misma, ya me atrapó hace muchos años cuando mis hijos alternaban este bello deporte con el fútbol (con muy distintas características en el comportamiento de los propios profesionales pero también de las familias y aficiones) pero son las personas como Oinatz las que han conseguido hacer de mí una seguidora de este deporte: su manera de estar en la kantxa e interactuar con sus compañeros; su valentía y atrevimiento en el juego iniciando, junto a otros, un cambio revolucionario en la identidad del delantero; su entrega total y absoluta en cada partido, siempre y hasta el último tanto, aún con resultados ya muy desfavorables; su manera de encajar las derrotas y errores puntuales, a veces con un guiño travieso y muy suyo; su actitud positiva siempre, sin quejarse nunca y tirando hacia adelante; su agradecimiento permanente por haber podido dedicarse a lo que más quería y haberlo podido hacer durante ya casi 20 años, gozando día a día de la vida de pelotari que le había tocado y que él mismo se había ganado con su trabajo; sus palabras, siempre desde el máximo respeto, al hablar de otros que ya se fueron, de los que ya están ahora o acaban de empezar en el panorama pelotazale porque, siempre que le escucho, me llega la tremenda humildad que emana de su persona, desde hace tiempo gran figura en el mundo del deporte navarro; su alegría y sus ganas de vivir, aunadas al esfuerzo y dedicación necesario para continuar siendo ese referente para los jóvenes que empiezan y un modelo de comportamiento dentro del frontón.

Oinatz ha conseguido muchos y grandes éxitos en la pelota, a pesar de coincidir en el tiempo con grandes figuras (Olaizola, Irujo y Altuna, por ejemplo) y ello le tiene que llenar de orgullo y satisfacción. Además, tal y como él mismo reconoce en alguna entrevista, ha hecho muchos buenos amigos (mayores, de su edad y más jóvenes, también) y la amistad es riqueza y ¡qué bonita manera de decirlo!

Bengoetxea ha vivido la pelota, la ha disfrutado y ha gozado con ella pero, además, ha hecho que nosotras y nosotros también la vivamos, la disfrutemos y gocemos, con la pelota mano y con todo lo que él nos ha entregado. Por eso quería estar en nuestro precioso Labrit, no para despedirle sino para agradecerle todo lo que nos ha dado en estos largos casi 20 años. No pude hacerlo pero sí puedo transmitírselo desde aquí. Como ya dije hace unos años: "Ni ere, Bengoetxearen alde".

Bihotz-bihotzetik, eskerrik asko, Oinatz!