n este momento se tramita en el Parlamento la modificación de la Ley de Juego en Navarra. Esta vez es mucho lo que está en juego y no lo podemos dejar en manos del azar o pasará lo que sucede en los casinos, que la banca siempre gana, aunque nos hagan creer lo contrario.

Navarra necesita una buena ley en esta materia y, a poder ser, de máximo consenso político.

Desde la Asociación Aralar llevamos 26 años acompañando a personas con ludopatía, con vidas rotas por el juego. Hemos visto cómo, lejos de remitir, va en aumento. La adicción se desarrolla cada vez en menos tiempo, uno o dos años, incluso menos, y en edades más tempranas, el mayor porcentaje por debajo de los 35. Algo sabemos sobre el tema, por eso hemos puesto encima de la mesa de todos y cada uno de los grupos parlamentarios un buen puñado de propuestas, absolutamente viables, tanto que en algunas Comunidades Autónomas ya están implantadas.

Una de ellas es el control del acceso a los salones de juego mediante sistemas automatizados, conectados con el Registro de Interdicción de Acceso al Juego, de manera que impida el paso a menores y personas autoprohibidas. Muy importante es, también, la conexión de los registros de interdicción autonómicos con el del Estado. En Castilla La Mancha ya se han implantado estas dos medidas desde principios de este año. La primera de ellas, por cierto, con un sistema de reconocimiento facial desarrollado por una puntera empresa navarra.

También en Castilla La Mancha se han prohibido las consumiciones de bebidas alcohólicas gratuitas o por debajo del precio del mercado. Porque esto pasa a menudo en los salones de juego. Como sucede que se publiciten en dichas instalaciones productos financieros para obtención de créditos o préstamos rápidos. Es fácil imaginarse con qué fin.

Otra de las medidas que planteamos es aumentar la distancia de los locales de juego a centros educativos, instalaciones deportivas, centros de salud... De los 300 metros que se proponen, a 500. Estamos hablando de 5-7 minutos caminando. Esta distancia ya está vigente en Cantabria desde hace dos años.

Apostamos también porque las máquinas de juego salgan de los bares. En Navarra 1.351 locales de hostelería cuentan con tragaperras y 850 con máquinas de apuestas deportivas. Forman ya parte del paisaje, al alcance de cualquiera. A quienes piensen que esta es una idea descabellada, decirles que en Gran Bretaña es impensable encontrar una máquina de juego en los tradicionales pub. Sólo se encuentran en establecimientos especialmente destinados a ello.

No hace falta ir tal lejos, en la comunidad vecina de La Rioja, desde hace un mes, han quedado prohibidas las máquinas de apuestas deportivas en establecimientos hosteleros. Es un paso.

En todo caso, la propuesta que está encima de la mesa, de activación mediante control remoto sabemos qué resultado dará. Hoy existen soluciones tecnológicas mucho más eficaces para verificar la identidad de las personas y controlar el acceso a las máquinas (huella digital, lector de DNI electrónico...) para impedir su activación en el caso de menores y personas autoprohibidas. Medidas que se pueden complementar con otras como desactivar las máquinas de juego en los bares durante los períodos de entrada, recreo y salida de los centros educativos próximos, o que se desactiven en un tiempo máximo de 5 minutos desde su último uso.

El texto también contempla acciones de prevención a nivel comunitario y en el ámbito educativo, cosa que aplaudimos porque prevenir evitará en un futuro próximo mucho sufrimiento personal y gasto a la Administración pública. Sin embargo, apenas contiene referencias a los recursos materiales y humanos necesarios para el tratamiento de la ludopatía, a todas luces insuficientes. Porque si la salud mental es la hermana pobre en el sistema público de salud, la ludopatía es la prima lejana.

En Aralar seguiremos atendiendo a todas las personas que llamen a nuestra puerta, con humanidad y profesionalidad, y con nuestros modestos medios, mientras las máquinas siguen tragándose las perras que engrosan los nada desdeñables beneficios de las empresas de juego.

En serio, nos jugamos mucho.

Los autores son presidenta y secretario de la Junta Directiva de Aralar-Asociación de Ayuda y Prevención de la Ludopatía en Navarra