Urnas de cartón, papeletas cortadas con tijeras infantiles y mesas plegables de camping para apoyar este material. Gente voluntaria y dispuesta a pasar una mañana que no anticipaba grandes cosas. No cabe más ilusión con tan pocos recursos. Pero a veces la vida corresponde y hace un guiño; entonces todo encaja, fluye, va y te llevas una alegría...Habrá quien piense, por supuesto, que con qué poco nos contentamos y que lo que se celebró el sábado 14 de mayo fue una puesta en escena sin ningún sentido. Es legítimo pensarlo y no querer participar en algo tan simbólico o tan poco práctico.Pero en el otro extremo (tras esas mesas, puedo asegurarlo, se sumaban décadas de lucha por derechos que también nacieron de la utopía) podemos soñar con que pronto se nos pregunte de forma oficial la forma de Estado que queremos y, por encima de todo, nos merecemos guardar en la memoria frases y miradas de ese día. Porque hubo emoción. Y eso sí que nadie puede quitárnoslo ya.