Mucho esfuerzo y tiempo (incluso muertos) nos ha costado el mentalizarnos y conseguir que las personas usuarias de bicicletas en las carreteras tengan el respeto que merecen, es por ello por lo que ellas no están dentro de esta definición, podríamos llamarlas ciclista común.

Nada que decir de esas numerosas personas, con sus bicis de montaña, con las que nos cruzamos en los innumerables senderos de nuestra geografía, y con las que nunca hay un problema: paran ellas o nosotras, nos disculpamos, nos saludamos y continuamos nuestro paseo. A estas les llamaremos ciclista de montaña.

Entonces, ¿quiénes son los VIP-ciclistas?

VIP-ciclista: mamífero del orden de los humanos, normalmente adulto (más bien senior), que dedica su ocio a invadir espacios personales imponiendo la ley de “yo soy más grande y voy más rápido, por lo tanto tú te tienes que apartar”. Su hábitat son los paseos peatonales (léase el paseo del Río Arga) y se les puede encontrar solos, en pareja e incluso en manada.

Es una especie depredadora de espacios personales, arrogante y, llegado el caso, incluso agresiva. Se les suele distinguir fácilmente al encontrarte de frente con ellos cuando vas caminando por uno de estos paseos, siguen la rodada del camino dejada por los vehículos de mantenimiento (donde casi no hay piedras sueltas). Cuando los tienes a cincuenta metros empieza una especie de danza, mezcla entre mostrar su masculinidad cuando buscan apareamiento y un duelo en toda regla al más puro estilo del lejano Oeste. Con un poco de telepatía incluso se puede oír su cabeza pensando: “Ya te apartarás”. La situación se vuelve muy tensa y en el último momento, en los escasos setenta centímetros que hay de la rodada a la cuneta, el peatón se aparta y este VIP-ciclista te pasa a escasos 10 centímetros del codo. Carecen de instinto primario para el saludo puesto que nunca se saluda al enemigo, y todo el que se cruza en su camino lo es, e incluso, si se les recrimina, reaccionan agresivamente indicándote que eres tú el que va incorrectamente y explicándote por dónde debes ir para no molestarles.

Se cree que esta involución genética del ciclista común carece del conocimiento de la lectura, puesto que los únicos carteles que hacen referencia a la forma de andar por esos paseos dejan muy claro “los peatones tienen prioridad” y “¡Ciclista! Modera tu velocidad”.

Hay que aclarar que no es una especie muy extendida, de cada 100 ciclistas que te cruzas te puedes encontrar uno o dos, pero son suficientes para amargarte el paseo del día. El resto de las personas que usan la bicicleta en esos paseos saludan, avisan, frenan, te evitan y respetan. Vamos, lo normal.

Lo que entre todas tenemos que evitar que esta especie invasora se reproduzca, las herramientas para conseguirlo son utilizar el sentido común, la educación y el respeto, la empatía, con ello sería suficiente para que los ratos de ocio de paseantes y ciclistas sean de relajación y disfrute.

Sinceramente creo que, al ser casos aislados, su erradicación, con buena voluntad por su parte, será fácil. Solo pensando que lo único que se les pide es que, así como en la carretera las bicis son la parte débil, en los paseos peatonales la de perder la llevamos los peatones. Es por ello por lo que pedimos el debido respeto a nuestro espacio y que mantengan las distancias de seguridad con las personas caminantes, lo mismo que en las carreteras con los ciclistas.

El autor es vecino de Arazuri