Parece mentira que por la avaricia lucrativa hayamos aceptado que servicios esenciales y básicos, bienes comunes que deberían suministrarse a precios justos y asequibles, se hayan transformado en artículos de lujo.

El gas y la electricidad eran en España de titularidad pública hasta que el PP los privatizó. Desde entonces, sometidos a un exacerbado afán de lucro en su explotación, se han convertido en instrumento especulativo y, por eso, a pesar de la excepcionalidad ibérica, baten récords pateando el interés general que siempre debe primar sobre los espurios intereses de un mercado capitalista que beneficia la inmoral guerra de Putin: por obra y gracia de los especuladores, hoy vende un 15% menos de hidrocarburos que antes de la invasión, pero factura un 90% más. Financian su guerra, minimizan la magnitud de las sanciones y ve cómo nos desunimos en la solución. Es un mal chiste.

¿A qué espera Europa para intervenir y dejar el precio en 45€/MWh, como antes de comenzar su vertical escalada?