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EL concejal de Cultura Fermín Alonso es, a sus 29 años, el espejo en el que confío en el que se miren los niños: ¿veis eso? Pues al revés. No por sus ideas o absoluta falta de las mismas -hablar un montón no supone tener una idea, mi caso les puede servir de ejemplo-, sino por dos claves que sirven para cualquiera: decencia y coherencia. Empezando por la coherencia, le preguntaban: ¿una aspiración política, si la tiene? Y respondía: Mis aspiraciones más ambiciosas eran entrar en la política pública a los 40 o 50 años, así que con la presidencia de Nuevas Generaciones y la concejalía están más que colmadas. Para qué vas a esperar a los 40, majo, que ya serás un abuelo -lo digo por experiencia, también-, pudiendo hacer el minga a los 25... Y luego decía: mi aspiración en la vida es mantener mi coherencia allá donde esté en cada momento. Vamos, que aspiraba a entrar a los 40, pero entró a los 25 y aspira a ser coherente. Vale. Luego está la decencia. La decencia no tiene que ver con la pinta que llevas ni qué piensas ni siquiera qué haces, muchas veces o no todas. Tiene que ver con no tratar a los demás como estúpidos terminales, que es lo que hace Alonso para defenderse cuando se le ataca porque a los de Pamplona nos va a costar dinero un plan estratégico de esos que no dicen nada y que se ha parado a la mitad, el típico plan que incluye: diagnóstico (eso es una manzana), planificación (saco un cuchillo, me siento y la pelo) y elaboración del plan (me la como). Los del plan, que iba a costar 60.000 euros, solo nos han contado que eso es una manzana y Alonso asegura que ese dato "nos va a servir para gestionar la cultura de la ciudad". Solo espero que cumplas pero al revés y te largues a los 40, que no ves lo bien que se está dando pan a las palomas al sol. Pero de tu pan.