Hace ya un tiempo me pasé unas cuantas semanas escudriñando listados, estadillos y hojas de Excel repletos de organizaciones no gubernamentales, asociaciones, fundaciones y toda clase de entes que tuviesen su sede en Navarra y que desarrollasen parte de su trabajo aquí. No les miento si les digo que eran bastantes cientos, por no decir más de un millar, las que se dedicaban a cuestiones relacionadas con la discapacidad, la salud, la pobreza? las dificultades en general. Cientos de ellas, algunas nacidas hace décadas o casi un siglo, otras apenas recién estrenadas, algunas con muchos usuarios, trabajadores y recursos, otras con tan solo una pequeña oficina y mucho entusiasmo en una media jornada o ni siquiera eso, a lo sumo un teléfono en el que localizar a alguien unas pocas horas a la semana. Sumergirse en esos listados, conocer en la medida de lo posible la historia que había detrás de cada una de esos nombres, te hacía sentir muy pequeño. Es impresionante el volumen de personas que se mueven y se implican para hacer menos desagradable la vida a los demás. Es cierto que vivimos en una sociedad con muchísimos defectos y muy egoísta en general, pero sería injusto decir que no hay una base fuerte de personas que contrarrestan esto con un esfuerzo excepcional y que vivimos en una comunidad puntera en ese sentido. Por eso, cuando lees que Adacen recibirá la Medalla de Oro de Navarra te alegras, de la misma manera que sabes que esa medalla la podrían recibir otras 100, pero esta vez es Adacen, que nació de la necesidad de familiares de personas con daño cerebral adquirido. Recuerdo a su presidente, José Luis, poniéndonos nuestras primeras cervezas en el Gorriti y el Ciudadela, con sus hermanos Agustín y Fernando. Y el terrible accidente que tuvo su hijo y que le ha traído hasta aquí. Enhorabuena de corazón, cuidando de los vuestros nos cuidáis a todos.