Bob Dylan ha actuado esta noche en el Beacon Theatre de Nueva York, un teatro precioso de casi 3.000 asientos construido en 1926. Actúa también hoy domingo por la noche. Y el martes, miércoles, viernes, sábado, lunes, martes, jueves y viernes día 6. 10 noches casi seguidas, rematadas el 6 de diciembre. Ese día es mi cumple, así que acepto los calculo 10.000 euros que necesito para coger hoy mismo el avión y plantarme allá para ver al menos los 9 últimos conciertos de su cita con Nueva York. El espectáculo comienza a las 20.00 hora de allá, que son las 2 de la mañana de mañana lunes aquí, así que si leen esto estamos a tiempo, si hace falta conduzco yo el avión, no se me caen los anillos. ¿10.000 euros he dicho? Quizá con mucho menos me apañe, aunque ya puesto a ir y tener que quitarme el pijama quiero primeras filas y eso no baja de 200 euros por concierto. Comer y eso puedo estar sin comer varios días o a lo sumo ronchar unos Txaskis. Un camastro y punto. O en el suelo. ¿Sería yo feliz de verle cantar casi el mismo repertorio o sin casi 9 noches de 12? Absoluta y groseramente feliz, ahí en Broadway, oyéndole casi susurrar Chica del País del Norte, escrita hace más de 55 años y que viene interpretando en esta gira. O Not Dark Yet. ¿Soy feliz estando aquí, a miles de kilómetros de distancia de esa acción que está teniendo lugar, mientras llueve y hace frío? Ummmm. Sí, diré que sí, claro, habrá qué, porque de hecho a lo largo de mi vida han tenido lugar asuntos así a millones o incluso diría que trillones -¿se han planteado alguna vez la de cosas objetivamente maravillosas en las que ustedes no han estado presentes ni estarán presentes y en cuantas sí? Da miedo- y por supuesto estoy acostumbrado a ello, pero estar allí redondearía algo esta actual y estúpida felicidad mía. ¿Ustedes cómo redondearían la suya? Bueno, leernos el domingo que viene tampoco estará mal.