Ayer salió publicada una entrevista con la actriz donostiarra Marta Etura en la que entre otras muchas cosas comentaba que creció rodeada del mal absoluto -muy de acuerdo- y que no le parece “normalizar nada” que personas que han formado parte de grupos terroristas encabecen partidos políticos o se presenten a cargos públicos, algo con lo que también estoy de acuerdo. Seguro que en otras 100 cosas -y quizá del mismo campo de opinión- igual no estoy de acuerdo, como nos sucede a todos con las opiniones ajenas, que no son conjuntos cerrados que hay que comprar de 200 en 200 y ni siquiera de 5 en 5. Hay actores y actrices y deportistas de toda clase y condición que tienen sus propias ideas sobre la actualidad y la vida y son muy libres de darlas si les pregunta por ellas. Lo curioso del caso es que tras lo de ayer para muchos y muchas Etura ya no será una de esas rojas subvencionadas que viven del cuento, como se denomina a los del artisteo cuando lo que dicen no gusta, mientras que para otros pasará a ser una tía rancia de derechas y todos estos tópicos de lanzamiento fácil. Les ha pasado a todos aquellos y aquellas que han abierto el pico con el tema catalán -Guardiola, Xavi, Piqué, los Gasol, Casillas, Nadal, etc, etc- o con cualesquier cosa: tu opinión está bien si coincide con la mía, a partir de ahí dedícate a lo tuyo, que es cantar. Hace poco el tenista Feliciano López publicaba en sus redes sociales un emoji en su Twiter como de que se largaba cuando se dio a conocer el pacto PSOE-Podemos y se le echaron encima unos 10.000. No pueden abrir el pico, ni siquiera educadamente, porque aquí molesta la opinión ajena y, si es de un famoso, más, pero únicamente si no es como la de uno mismo y exacta. Aquí hay déficits democráticos atávicos que no sé si tienen solución, puesto que llevamos siglos lanzándonos las verduras a la cabeza. Que sigan siendo solo verduras.