na de las consecuencias de que ahora sepamos que poner el horno a las 7 de la mañana es casi tres veces más barato que hacerlo a las 10 y media de la mañana -y lo mismo sirve para poner el lavavajillas y la secadora y los fuegos y...- es la de la culpa. Quien tenga un zapato grande no tendrá culpa pero a quien ande con el zapato prieto sí o sí se le está mandando desde las eléctricas y este gobierno progresista un mensaje claro: si gastas más es porque tú quieres. La hora punta es bastante más cara que la media de pago hasta ahora, con lo cual caer en ella -no consumir energía de 18.00 a 22.00 es casi imposible en cualquier casa, con lo cual ya sabemos qué adjetivo calificativo se le puede poner a quien ha diseñado los tramos- es directamente saber que estás gastando pasta de una manera quizá algo despreocupada si te hubieses organizado bien antes de hacerlo. Veremos en un mes o así qué facturas recibimos cada uno y veremos si al final va a ser más el ruido que las nueces, pero no deja de ser una acción sobre un bien de consumo básico que, por supuesto, afecta más a quien menos tiene, estresa más a quien menos tiene y autoculpabiliza más a quien menos tiene. Si en miles y miles de hogares poner la calefacción en los meses de invierno -y muchos de otoño y primavera- es prácticamente una quimera porque hay que elegir entre confort o comida, ahora se le da una nueva vuelta de tuerca al asunto con la historia esta de los tramos. Te lo puedes tomar a risa o como un juego de "ahora plancharé de madrugada" o también ponerte en la piel de quien se vaya a sentir culpable de verdad por darse una ducha caliente a las nueve de la noche o vaya a hacer la cena en el momento. Vamos, lo que viene siendo vivir. Somos mucho de salir a la calle por banderas y cosas así y nada cuando se nos están meando en los trapos del tendedero, que son los que cuentan. Lo saben.