espués de estar sin actuar en directo desde diciembre de 2019, su parón más largo desde 1984, Bob Dylan anunció gira para este próximo noviembre, una gira a la que le ha añadido la coletilla de las fechas: 2021-2024. Supongo que es para echar unas risas, porque con 80 años y a pesar de estar como un pepe, esos planes a la larga más parecen un cachondeo interno que otra cosa. Anunciaba la gira el mismo día que los Stones comenzaban en San Louis una gira pequeña prevista en Estados Unidos antes de que falleciera Charlie Watts y para la que ya habían contratado nuevo batería 20 días antes del fallecimiento del legendario dueño de la batería stoniana. Ver a Jagger y Richards, únicos integrantes del quinteto original que quedan en la banda, cogidos de la mano sobre el escenario mientras Jagger evoca a Watts es una de esas cosas que llega al corazón. A mi me parece maravilloso que los septuagenarios y octogenarios y, si llegan, los nonagenarios sigan dando conciertos, conciertos en los que a unos y unas más y a unos y unas menos se les va notando el paso del tiempo y los cambios y matices que se van produciendo. Cosa distinta es que luego aquello te lo vendan como más o menos que antes y que ante eso uno tenga su opinión, pero no deja de ser fantástico verles actuar en directo con las facultades bastante bien conservadas. Funciona por ahí un concierto de hace apenas un mes de Van Morrison a los 76 años que ya quisieran esa voz el 99% de los artistas actuales. De hecho, en algunos casos el paso de los años ha mejorado diversos productos, y pocos dudamos que el Leonard Cohen del 2008 y 2009 era el mejor de toda su carrera, con una voz que le encajaba como un guante de piedras preciosas en sus inolvidables letras. Así que aprovechemos a verlos si se puede, porque tan cierto como que los viejos rockeros sí se mueren es que para irse del escenario son tercos como mulas.