ues nada, Pamplona ya tiene una Plaza de la Constitución. Teníamos calles de reyes, de reinas, de papasderoma, del ejército -en general, es el único colectivo gremial del callejero-, de militares y ahora tenemos por obra y gracia de un alcalde de UPN una Plaza de la Constitución, un conjunto de artículos aprobados hace 43 años que no habrá leído el 5% de la población, siendo generosos. Ya dijo en su día el alcalde de la ciudad que ponía ese nombre porque creía que estaba siendo atacada políticamente desde varios ámbitos, con lo cual, abierta la veda de poner nombres de calles a lo que el alcalde de turno considere que está siendo atacado -creía yo que en política, en sociedad, defender la validez o invalidez de algo es natural y algo tan legítimo como democrático- lo mismo pasado mañana tenemos la Avenida Macrogranjas o la Calle Estado Católico y Confesional o lo que el munícipe vaya considerando según su parecer y creencias, tan recias y firmes. Ya tenemos, en definitiva, un lugar en el callejero de la ciudad como otras tantas ciudades de España, algo que a nuestro alcalde le satisface y le reconforta, incluso aunque haya tenido que sacar del callejero un nombre oficial que ya estaba siendo utilizado hace mucho: plaza del Baluarte. Lo de menos posiblemente sea que el nombre elegido fuese Constitución, Carta Magna, Espíritu del 78 o Chanclazo Football Team el que se le ha endiñado a la plaza porque se le ha puesto ahí a Maya. Lo preocupante es la propia idea, el fondo, la motivación, el impulso y si me apuran hasta la chiquillería: como hay gente a la que no le gusta, yo utilizo la ciudad a mi antojo para reafirmar lo que a mí me gusta. No se trata ya de eliminar del callejero nombres que legalmente no tienen que estar ahí, es usarlo para ir moldeando el nomenclátor de la ciudad a tu antojo, puro ventajismo político -y además reconocido así por el propio alcalde-.