e Extremoduro me quedé en aquella de "¡me estoy quitando, leré, me estoy quitando, lará, solamente me pongo de vez en cuando!", que era una versión de los Tabletom. No he sido yo nunca muy heavy, así que de toda su discografía posterior ni me he enterado. Vamos, que me quedé en el 96. Ahí está el 96. En el 96 creo que vi mi primer teléfono móvil. Lo trajo al pueblo un amigo de mi tío. El amigo trabajaba en Telefónica y llevaba aquel pedazo de aparato que era casi como un libro para ver qué cobertura había en las montañas y cómo funcionaba. Ahora los móviles ya funcionan prácticamente en todas partes y tienen tantas cosicas dentro que a nada que no te hagas un poco de caso acabas tú también metido dentro, con tu vida y con todo lo que ella implica. Vamos, que ya sabemos que estamos ante un aparato con grandes ventajas pero que está suponiendo unos niveles altísimos de adicción, especialmente desde que incorporan la conexión a internet y puedes pasar ahí todo el día y la noche. No hace tanto de eso, apenas 10 años, pero parece que hubieran pasado 50. El caso es que en los últimos días estoy intentando quitarme y ponerme solo de vez en cuando. Tiene que ver, claro, lo de la invasión rusa. Porque estoy tratando de salvaguardar un poco mi mente de tanta tristeza, dolor e incertidumbre. Y si andas enredando por redes y por webs como cuando no había invasión pues acabas con la tensión por las nubes y el ánimo justo o directamente tocado. Así que me he recetado mirar lo justo y si puedo evitarlo casi al 100% pues mejor que mejor. Todos sabemos qué es una guerra. Se parecen todas. Te arrancan el corazón y se te mete dentro un agobio que a nada que además tengas facilidad para la ensoñación chunga pues eso, que un horror. No sé, por otro lado también pone nervioso no enterarse de las cosas y ¿qué está pasando? Pero por ahora y por unos días, me estoy quitando.