ue estupendo ver el fin de semana las imágenes que captaban los periodistas de esta casa Beatriz Equisoain, Unai Beroiz o Javier Bergasa, entre otros. En ellas, decenas de niñas -y niños- en las primeras filas de una plaza atestada de Villava-Atarrabia miraban la pantalla gigante instalada para seguir las evoluciones del Gurpea Beti Onak femenino, que se jugaba el ascenso a División de Honor. Caras de nervios, de alegría, de admiración y de sentirse formar parte de algo, puesto que muchas y muchas llevaban los colores del equipo. Finalmente, el Beti logró el ascenso y el deporte femenino navarro contará el año que viene con un representante en la máxima categoría del balonmano. Cuando entré a colaborar con el periódico que precede a este, hace más de 30 años, había un equipo de baloncesto en la elite nacional, el CBN del siempre adelantado y peleón Juan Ustárroz. Eran los primeros años 90 y no se contaba con los medios con los que se cuenta ahora para que el deporte -y el deporte femenino como menos visible, en general, que el masculino- llegara a los aficionados y las aficionadas. Muy poca gente iba al pabellón y aunque se hacía labor de cantera, no era nada sencillo atraer público y que las más jóvenes tuviesen en aquellas jugadoras a sus ídolos. Los partidos de este fin de semana, por ejemplo, se han podido seguir a través de la cuenta de Youtube de la Federación Española de Balonmano y con algo de apoyo e iniciativa seguro que Beti Onak puede ofrecer algo similar el año que viene. Hay más y mejores opciones para hacer visible la competición y para llegar a más gente y pelear por formar no ya solo un equipo fiable en División de Honor sino a su vez tratar de fortalecer el impacto exterior y la cantera. El deporte femenino necesita referentes: individuales y por equipos. Confiemos en que las instituciones sepan estar a la altura y ayudar en este proceso.