enrique I el Normalizador ha dicho que es el momento de volver a la "normalidad" en las escuelas infantiles y ha decidido que se reduzca la oferta de plazas en euskera. De cuatro centros pasaremos a uno en la Txantrea (82 plazas) y medio en la Rochapea (62 plazas). 144 de las 1.500 plazas públicas de la ciudad, frente a las 409 actuales y 20 menos que las que había antes de Asiron.

Esto es acatar la sentencia que anula el cambio que se hizo en la legislatura anterior, de acuerdo, pero no es volver a la normalidad, porque no es normal, o no debería serlo, pasarse la demanda de la ciudadanía por el arco del triunfo. ¿Y cuál es esa demanda? Los únicos datos científicos que tenemos hasta ahora son los recogidos en la encuesta que el Consistorio realizó en 2016 preguntando a 1.012 familias empadronadas en la ciudad y que en el momento de la investigación tenían entre sus miembros al menos un menor de 0 a 3 años. El 38,5% de estas familias manifestó su preferencia por el modelo de euskera.

Los datos de la matriculación real también fueron evidentes y prácticamente se ocuparon todas las plazas ofertadas en euskera a pesar de que el principal criterio a la hora de elegir centro, como es lógico, es el de cercanía como declararon el 72,4% de los encuestados.

De acuerdo que el modo en el que se hizo el cambio de modelo lingüístico en Donibane y Printzearen Harresi no fuera el ideal porque supuso un drama para algunas familias y parte del profesorado. Lógicamente lo ideal sería ofertar también líneas de euskera en todos los barrios, de manera que cada cual escoja lo que prefiera. Y aunque comprendo que técnicamente esto no es fácil, ese debería ser el camino hacia la normalidad y no este de cargarme de un plumazo lo que no me gusta.