Subir al monte que tengamos más cerca y gritar hasta dejar aterrorizada a la población de todos los municipios colindantes. Esto es lo que nos pide el cuerpo cuando cada vez son más las normas que nos constriñen y tendentes a cero las posibilidades de liberarnos a medio plazo. Y eso contando con que aún podemos encontrar un estado de gracia riéndonos con un amigo en una terraza -hasta las once-, escuchando la trompeta de Miles Davis en una milagrosa tienda de discos a través de unos auriculares --desinfectados-, trotando por un parque -muy separados de otros- o dejándonos iluminar por las carcajadas de nuestro hijo cuando empuja el cielo con los pies desde el columpio de un parque infantil -sin precintar, ahora-. Normas comprensibles o cuestionables, establecidas con criterio sanitario, económico o sólo político, con miedo al error, normas en cualquier caso que tenemos que acatar en este trabajo de equipo. Mientras esperamos. La Vacuna. Los más optimistas creen que alguno de esos 10 líquidos que ya están ensayando en grupos de control de 10.000 a 30.000 personas los correspondientes 10 laboratorios internacionales florecerá la próxima primavera. Parece más sensato esperar a finales de 2021. Lucida Madariaga, una profesora de Microbiología con la que he hablado esta semana, resitúa los tiempos. Cinco años se considera un plazo corto para lograr una vacuna. Lo habitual puede ser siete, ocho. Incluso décadas, o infinito, como ocurre con la vacuna del VIH. Depende de varios factores, entre ellos de cuánto interés -sanitario, económico y político- haya en conseguirla. En este momento no puede haber más. Por eso se están solapando las fases de desarrollo de la vacuna, no acelerando, porque eso restaría validez y seguridad, sino superponiendo. Lucida Madariaga, esta científica que podría llevar tilde en la primera sílaba de su nombre, esta mujer racional, se ríe sólo nerviosa -pudiendo hacerlo condescendiente- cuando le hablas de Navidades, de cómo estará la situación en dos meses. A nivel social, como ahora. Así que, a unos os costará, a otros os alegrará, 25 de diciembre, zoom-zoom-zoom