reventiva. Joxe Abaurrea, edil electo por EH-Bildu en los últimos comicios municipales, fue condenado a seis meses por los incidentes en un balcón de la Casa Consistorial en el chupinazo de 2019. La sentencia se dictó mediante acuerdo judicial. Por ausencia de antecedentes, el político no ingresará en prisión si no delinque en dos años. En sus conclusiones provisionales, el fiscal solicitaba 30 meses de cárcel. El concejal dimitió tras conocer la condena. Como la pena implica la inhabilitación para el sufragio pasivo (derecho a presentarse como candidato y ejercer el cargo), la dimisión ha facilitado el relevo por una electa y el tiempo de condena pactado le permitiría estar en la siguiente plancha electoral de la coalición. La obsesión de la izquierda abertzale consiste en colocar una pequeña ikurriña en un balcón lateral de la fachada barroca en consonancia con la sensibilidad nacionalista vasca de un porcentaje de la población de Pamplona. La obsesión de la alcaldía conservadora, investida de la autoridad pertinente, consiste en evitarlo. Consecuencia: un forcejeo lamentable. Esta vez derivó en procedimiento judicial por lesiones y por atentado contra agentes de la Policía Municipal. Aquí, en el momento inaugural, y en los tiempos del riau-riau, y en un tramo de la procesión, nunca tenemos la fiesta en paz. Falta de ética en los mamporros y falta de ética en el alcalde Maya cuando adelantó el pleno de Presupuestos para aprovecharse de la baja de Abaurrea, forzar un empate a votos y hacer uso de su voto de calidad. El relevo fue ágil y la jugada le salió mal. Vuelve a lo que era norma en su gestión anterior: no poder aprobar las cuentas de la Ciudad. Contrarió hasta los mohínes de coqueteo de Esporrín y su cuadrilla socialista. El dimisionario Abaurrea ha pasado a ser asesor del grupo municipal de Bildu. Los políticos son material reciclable. Del sillón institucional pasan con frecuencia a asesorías y gabinetes. Cuadrilla.