l rincón de pensar. El dato lo exige: 987 abortos en Navarra en 2021. La cifra más alta en una década. La Interrupción Voluntaria del Embarazo está despenalizada en España desde 2010 (mujeres mayores de edad y antes de las 14 semanas de gestación). Desde el pico de 1.057 (2011), siete años han rebasado los 900 abortos y dos han rozado esa cifra. La Memoria del Ministerio de Sanidad correspondiente a 2020 sitúa a Navarra como la 13ª Comunidad con menos abortos por población (7,66%; media nacional, 10,33%). La objeción de conciencia -el número de profesionales acogidos se desconoce- hace que seis de cada diez interrupciones en Navarra se realicen en la sanidad privada. El gasto de esa derivación supera los 200.000 euros al año, a cargo de nuestras arcas públicas. El decreto foral de 2016 sobre salud sexual y reproductiva contribuyó a que la mujer pudiera abortar sin salir de nuestra Comunidad (el 91% en 2020). La Memoria de este año -última disponible- señala el mayor número de abortos entre los 20 y los 39 años (708), lógico por la edad. Hasta 190 mujeres habían abortado una vez con anterioridad, pero hay casos de dos veces (58), de tres, y de cinco o más. Algo más de la mitad (459 de 888) no usaron métodos anticonceptivos. El nivel de instrucción de las personas se puede considerar medio alto. ¿Qué razones explican esta situación en una Comunidad con acceso a la información y a la planificación? ¿Qué actitudes del hombre y de la mujer facilitan estas consecuencias? Seguramente algo tan simple como una relajación consciente en la higiene personal, entendida no como aseo sino como prevención de enfermedades. Tabaco, alcohol, sedentarismo, obesidad son prácticas de riesgo. El sexo, también. El placer, la comodidad, la desidia nos arrebatan la prudencia. Razón, pasión y genitales tienen que conciliar intereses para un goce pleno y saludable. Aunque también es cierto que nacer es supuesto de riesgo. El primero. Con muerte asegurada.