a sido una semana de puertas. Puertas que se abren o se cierran, puertas desconocidas que surgen sorpresivamente. ¿Cuántas veces habremos paseado por delante de lo que llamábamos de críos elchalédeHuarte? -así dicho, todo junto-. Y mira por donde, acabamos de conocer que uno de los accesos a esta finca es el antiguo arco de entrada por Santo Domingo del edificio barroco del Ayuntamiento de Pamplona, que fue retirado en 1952 al construirse el nuevo consistorio. El mismo portón que, en teoría, debió quedar bajo la custodia de un museo, luce en la villa de los contratistas del derribo y construcción de la actual sede municipal. ¡Qué cosas! Mientras afloran puertas en extraños lugares, otras se clausuran y hacen desaparecer negocios veteranos. Este periódico le dedicaba el otro día unas líneas al Kalixto, uno de tantos bares y tabernas que la pandemia se ha engullido y cuya bajada de persiana deja a nuestros barrios aún más arrasados y huérfanos, en un clima asfixiante de larga cerrazón en el que todos soñamos con las reaperturas. De momento, a partir del viernes, el interior de los locales de hostelería y las viviendas particulares podrán abrirse para acoger a unos poquitos, aunque Navarra aún mantendrá con firmeza su cierre perimetral. ¡Qué asco le estoy cogiendo a las puertas!.