ensaba despedir la temporada hablando del último clásico: sentarse en una terraza a tomar algo, puesto que sólo el Casco Viejo de Pamplona ha pasado de tener 16 plazas libres de mesas y sillas a disfrutar de la mitad en estas condiciones y de sumar un total de 38 terrazas a elevar la oferta en 53 más, entre nuevas y ampliadas. Es un cambio, no cabe duda, un cambio que no a todos gusta, pero así seguiremos hasta septiembre porque, ya saben, hay que minimizar el impacto económico negativo en la hostelería. Lo dicho, estaba en ello cuando leo que el Ayuntamiento prohíbe a las peñas exhibirse en Plazara!, alegando que en los centros comunitarios está vedado "el uso de pancartas, símbolos, emblemas o leyendas que, por su contenido o significado, tengan carácter político, religioso o puedan incitar a la violencia o sean discriminatorios". ¿Discriminar o mover a la violencia? No sé qué retorcida cabeza ha ideado esta excusa. Sin embargo, claro que tienen carácter político. Desde la década de los sesenta -cuando se dibujaban ediles con chistera y se reprobaban las tasas municipales- hasta hoy las pancartas se diseñan para criticar, no agradar o asquear a las autoridades. Mil veces, con distintos argumentos, han sido censuradas; mil veces habrá que repetirles lo cansos y carcas que son.