o era mi idea, pero acabé mirando Blue Lips sólo por morbo, para ver dónde quebraba esta película de seis almas atormentadas que, cosas de la vida, van a parar a los Sanfermines de 2012. Argumentos como que estas fiestas quedan muy bien en cámara y las gentes del mundo la flipan en la plaza del Ayuntamiento durante el chupinazo porque se sienten libres y nos creen locos están muy manidos y resultan tan falsos que no puedo tragarme ni los títulos de crédito cuando una cinta tiene por escenario la Pamplona del 6 al 14. No falla, suele tratarse de una boba y desubicada amalgama de planos festivos sin orden ni concierto. Sin embargo me pudo la curiosidad, me puse Netflix y ahí estaba -justo castigo a mi maldad- la frase: “ahora mismo hay un millón y medio de personas metidas en 4 kilómetros cuadrados”. Poco han de importar las fiestas que defienda cada uno, las muy puretas, beodas, alternativas, animalistas, de día o de noche, con o sin hijos (eso sí es una diferencia) e, incluso, las también muy comunes de “me piro porque no las aguanto”. Todo vale menos que quieran hacernos creer que en un kilómetro cuadrado se agolpan 375.000 tipos, es decir, todos los habitantes de esta ciudad y aún queda hueco para otras 167.000 personas más. Y eso por cuatro. No me extraña que la flipen.