tal vez sea la palabra más inquietante del auto del juez García Castellón que ha enviado a prisión a los catalanes de CDR/ERT atrapados en la operación Judas: no habla de pruebas, sino de indicios. Las pruebas suelen ser incontestables, mientras que los indicios se prestan a interpretación, y esta a la arbitrariedad que suele conducir a la indefensión. Conocemos la versión oficial -y una serie de indignantes imágenes de una violencia innecesaria que funcionan como expresión del poder del sistema autoritario-, pero casi más, como sucedió en Alsasua, estamos al tanto del relato mediático y de su eco, el que se ha impuesto como verdad revelada.

¿Cuál es la versión de los detenidos y enviados a prisión? Yo al menos la ignoro y la espero con impaciencia. Por el momento han negado haber tenido intención de cometer atentados terroristas. Uno de sus letrados, Xavier Pellicer, sostiene que la operación Judas y las detenciones tienen como objetivo el frenar las movilizaciones populares "ante una eventual sentencia condenatoria" en el caso de los cargos políticos del procés encarcelados y juzgados.

Suena a detención preventiva y a montaje, pero hablarán los tribunales, temible frase esta porque para cuando estos dicten sentencia, ya lo habían hecho desde el primer momento los medios afines al régimen y sus voceros de pago y sus charlatanes. Las redes sociales expanden esas patrañas, esos odios y ese afán de venganza. Basta asomarse a ese chirrión, a ese muladar de odios en los que unos son permitidos mientras otros son perseguidos “con todas las de la ley?” qué sarcasmo.

Inmediatamente después de la detención hubo filtraciones de las diligencias que el juez iba armando y estas han sido publicadas en la prensa, como digo, afín al régimen y su discurso oficial anticatalanista hasta ahora mismo. Esas filtraciones permiten urdir un relato que cala en el público de manera que los acusados se ven condenados con toda clase de agravantes antes de que se abra el juicio oral? ya sucedió en Alsasua. El pueblo pide sangre, palo? y la obtiene, y lo que es futurible y solo eso, se convierte en hechos probados. Qué mejor que echarles el forraje de los atentados masivos en las redes de comunicación, carreteras, vías férreas y hasta una bomba en una casa cuartel de la guardia civil que se cuidan muy mucho de decir que hace treinta años que está abandonada? Un auténtico poderío terrorista.

Resulta tremebunda una acusación de terrorismo basada en indicios sobre hechos futuribles, cuando estos mismos días se aligera la acusación de quien planeaba, fuertemente armado, atentar contra el presidente Sánchez, quien por cierto acaba de declarar que la monarquía de los borbones, de origen franquista, encarna los calores de la República española.

Y si a ese patriota de recia estirpe lo envían a una instancia en la que la pena que pueda obtener será sin lugar a dudas mucho más baja que si fuera juzgado en el tribunal de excepción heredero del TOP que es la Audiencia Nacional, a los nazis valencianos que acumulaban material de guerra se les absolvió por un providencial defecto de forma.

Pero el caso es que ni uno ni los otros son nacionalistas, esto es, separatistas excluyentes y supremacistas, sino patriotas que se exceden en su amor a la patria y se dejan enredar en defectos de procedimiento. Dos medidas, como la que envió a los autores del GAL a prisión (con equipaje de privilegios), durante unas semanas o meses a lo sumo, y la que mantiene desde hace mucho más de dos años a los muchachos de Alsasua en prisión.

Indicios, insisto, de actos futuribles. Y cuando no son suficientes los indicios, estos se retuercen como contorsionistas aventajados y las pruebas se fabrican, y si es necesario se acude al flagrante falso testimonio -que solo es delito si lo comete el enemigo- convertido en verdad revelada por una cuestión ideológica y ampliamente aceptada por un amplio sector social proclive a aceptar lo inaceptable, que de eso se trata, y hace de ello bandera moral, encima.