I- Comenzó la desescalada con su desconcierto preceptivo, pero más en unos lugares que en otros. Por mucho BOE que le hayan echado al asunto, no parece que esté del todo bien pensado este entreabrir puertas del encierro. Desconcierto, alegrías, fogosidades, bastante "porque yo lo valgo", hartadumbre y hasta notorios desarreglos producto de un encierro prolongado es lo que al menos he podido ver en las primeras horas. Luego he seguido las informaciones y me he dado cuenta de que no es lo mismo las periferias, mucho mejor gestionadas de lo que al centralismo le gusta admitir, que el Madrid del desorden y los disparates gubernamentales de una presidenta a la que no solo le falta un tornillo, sino a la que es difícil ganarle en una carrera de mala fe.

La prueba, lo sucedido en el cierre del hospital de urgencia de la Feria de Madrid, convertido en acto multitudinario de propaganda política, con reparto de bocatas de calamares incluido, mientras se acusa a la oposición de haber provocado una generalizada infracción de medidas de seguridad y se recurre al mantra de la inoportuna manifestación del 8-M (no más inoportuna que otros tumultos o reuniones). Deje o impida el Gobierno central la gestión de la crisis pandémica por parte de las comunidades autónomas, me da la impresión de que por muchos errores que se hayan cometido, muchas de estas están mejor preparadas para enfrentar y resolver crisis como la que estamos padeciendo. Descentralizar y reforzar lo local frente a lo general mal gestionado y recentralizado de manera abusiva con el tapabocas de la defensa de la vida. Sobran los ejemplos porque son del dominio público.

II- La famosa (por tantos motivos) Ana Rosa Quintana, arbitro a diario y durante años y más años del correcto pensamiento español por mucho que a su lado lo impartan probados delincuentes ha desaparecido de la escena televisiva por la gatera, pero enseguida ha asomado por la alcantarilla de las cloacas del Estado, esas que Podemos quiere sanear de manera abusiva, según sus enemigos. "Parece como que dicen que a la mejor" ¡Quintana era asesora del comisario Villarejo! ¡Tomá! Pero, francamente, ¿cuál es ahora mismo el nivel de nuestra capacidad de asombro? Nulo, o casi, y el de repuesta todavía menos, si cabe. De la indignación no hablo porque eso ya fue. Son muchos los colmos, trapos sucios y cuestiones pendientes que han desaparecido de escena con la pandemia. Ha habido gente a la que esta le ha venido muy bien porque sus procesos judiciales se han detenido en seco, y veremos cómo siguen, si es que siguen. Esta pandemia está siendo un negocio. Lo comprobaremos el día después, ese cuando se atasquen de manera casi irremediable los juzgados a no ser que ocurra un milagro, que no creo. Ha habido intermediarios que se han enriquecido con el tráfico de material sanitario, aunque no se haya hecho público, tal vez porque la prioridad actual sean las vidas de los ciudadanos.

Una prioridad que no es igual para todos porque a la vista está que sobre el dolor ajeno se construye un discurso político en busca de clientela y votos de futuro. El odio forma parte del negocio y el miedo también. Solo así, recurriendo al miedo, a la alarma, se explica el asombroso titular de El Mundo de ayer: "La Policía se prepara para un aumento de los delitos de orden público durante la desescalada por la COVID-19" y no descarta patrullar con el Ejército También se preparó para blindar supermercados, aunque en el mío, de barrio popular, no he visto un solo uniformado en 50 días.

Y hablando de juicios. ¿Qué va a pasar con los varios cientos de miles de multas impuestas con motivo y sin él? ¿Va la ciudadanía abusada a recurrir en masa las sanciones en defensa de sus derechos? ¿Más palo al descontento? Si es así, caramba qué mundo nuevo tan viejo. Y por seguir con las preguntas ¿Qué va a pasar con los contratos de todas clases incumplidos de manera culposa o dolosa aprovechando la galerna sobrevenida? Los juzgados a rebosar, está visto. ¿En qué pararán las procelosas investigaciones de la corrupción nacional y sus protagonistas? El descalabro social, económico e institucional está servido, lo pinten como lo pinten.