-Pedro, desde Madrid, adelante? (la voz de la locutora llega por los auriculares como un susurro en la noche).

- Estoy un poco nervioso. Es la primera vez que llamo. Verá, soy un presidente que intenta gobernar en minoría; no hay semana que algún ministro o ministra no me genere un lío de campeonato; tengo insurrectos a los catalanes, desconfiados a los vascos, vigilantes a los andaluces, enfadados a los navarros? No sé qué hacer: me gustaría saber la opinión de los ‘chatines’... (suenan las señales horarias de las dos de la madrugada y entra el informativo).

La programación nocturna de la radio ha perdido a uno de sus referentes después de casi treinta años en antena. Los solitarios, los enfermos, los trabajadores de la madrugada, los insomnes y los que tienen ganas de charla ya no encuentran quién les escuche ni a quien escuchar. La consulta de Hablar por hablar de la Ser ha cerrado esta semana. Para quienes crecimos con los inicios de José María García en el tramo final de Hora 25, con el Medianoche a veces escalofriante de Antonio José Alés y alcanzamos hasta el intimismo genial de El Loco de la Colina, en la Ser siempre había un refugio, una zona para estacionarse en el tramo más largo y lento de la noche, y que no tenía por qué ser siempre en un entorno dramático. Es lógico, por otro lado, que las programaciones lleven una evolución, una adaptación a los tiempos, que rompan moldes, y en esa misma franja horaria es ahora cuando La vida moderna de David Broncano se ha convertido en un programa de culto gracias también a su difusión por las redes sociales y al acceso atemporal que permiten las aplicaciones. Los tiempos cambian y la radio también.

- Pedro, desde Madrid, ¿sigues ahí??

- Todavía... y espero seguir aquí hasta 2020...

Hablar por hablar.