ara seguir viviendo...". Termina el año del covid. O la primera entrega de la pandemia. Cuando caigan los últimos segundos de 2020 como los créditos de una película, al final aparecerá la palabra continuará. Cambiamos de dígito, pero mañana las cosas seguirán igual o peor. Y así durante meses; con los actos religiosos de Semana Santa ya suspendidos en ciudades de larga tradición y con el alcalde de Pamplona avisando con tiempo de algo tan obvio como la imposibilidad de celebrar los Sanfermines. Todo ello a la espera de la administración y resultados de la vacuna. Ese "principio del fin" anunciado por el Gobierno, que sabemos cuándo ha comenzado pero nadie es capaz de vaticinar cuándo terminará. Todo un ejercicio de resistencia individual y colectiva.

Concluye 2020, un número estéticamente bonito, que invita a jugar con él a los diseñadores; duplicado en sus dos primeras cifras, como el 1919, segundo año de la pandemia de gripe. Pero más allá de unos trazos armoniosos, es difícil encontrar signos positivos; y si los tiene, que para muchas personas los ha tenido, da un poco de vergüenza comentarlos cuando estamos rodeados por tanto padecimiento y tanta restricción, cuando son pocas las cosas que han cambiado para bien y son muchos los que experimentan un giro a peor en sus vidas.

Se va el año del confinamiento, dicen que la palabra más buscada. Pero en mi cabeza lo que resuena todavía es el estribillo de la canción Resistiré atronando en una plaza desierta en aquellas tardes de una recién abierta primavera, con la vida encerrada en las casas y con el balcón convertido en observatorio de una existencia congelada. Vecinos intercambiando impresiones de ventana a ventana, con la incertidumbre sobre el alcance real de lo que estaba sucediendo fuera. Resistiré era el Ángelus de la tarde, una invocación a la capacidad del ser humano para no doblegarse. Al muchacho que pinchaba la canción, que intentaba animar esas jornadas anodinas, la tragedia le tocó luego muy de cerca. Para entonces ya habían cesado la música y los aplausos. Pero el mensaje sigue siendo válido para él y para todos: "€para seguir viviendo".

Ese "principio del fin" anunciado por el Gobierno, que sabemos cuándo ha comenzado pero nadie es capaz de vaticinar cuándo terminará.