ay maneras y maneras de contar la enfermedad: de puertas adentro o de puertas afuera. La necesidad de comunicarlo, de compartirlo, se ha convertido en una parte de la terapia. Frente al silencio y la lucha interior, la ventana abierta a los sentimientos. "Si hay debilidad, hacerlo saber", ese fue el primer mensaje que el exfutbolista Juan Carlos Unzué, afectado por la ELA, expuso en la ya difundida charla con la plantilla de Osasuna. No todos los enfermos pueden presentar la entereza del popular deportista; una mujer que ha peleado contra el cáncer de mama recordaba ayer cómo la vida se hundió bajo sus pies cuando el médico le comunicó el terrible diagnóstico. Sé de lo que habla porque llevo grabada en la memoria la mirada aturdida, el derrumbe interior, de alguien a quien sin preámbulos le lanzaron a quemarropa el dictamen con la misma frialdad que un juez lee una condena a muerte. Eso también habría que cuidarlo porque para muchos es uno de los cimientos del tratamiento: la esperanza.

La alocución de Unzué a los futbolistas era una llamada a no rendirse. Hablaba para ellos sentado en una silla de ruedas pero lo hacía para todos los que le quisieran escuchar, sanos y enfermos. El tono era todo lo distendido que podía esperarse de una persona tan vitalista. Sin embargo, tras el impacto de la charla miles de veces reproducida en redes sociales, el que fuera portero de Osasuna, entre otros equipo, aprovechaba el volver a ser noticia para adoptar un tono más crítico y denunciar que mientras reciben innumerables muestras de apoyo social, "los políticos no nos hacen demasiado caso" a los enfermos de ELA, enfermedad hoy incurable, "y eso es muy frustrante". En una línea similar se expresaban las responsables de Saray que reivindicaban más inversiones en investigación e innovación para combatir una enfermedad que en Navarra registra alrededor de cuatrocientos nuevos casos al año.

El objetivo de uno y de otras es hacer visible la enfermedad; desde el atril que otorga la popularidad o inundando de color rosa las calles. Como está demostrando la pandemia de covid, la lucha es común. Como común debe ser también la esperanza.

Hay maneras y maneras de contar la enfermedad. La necesidad de comunicarlo,

de compartirlo, se ha convertido en una parte de la terapia