iene letra de ranchera este regreso de Juan Carlos I a España. Ahora que está de moda el enviar a un mariachi con ánimo de molestar o de cantar las cuarenta -se lo hicieron a la directiva de Osasuna en una de sus últimas asambleas, en la sede de Podemos tras las elecciones en la Comunidad de Madrid, a Pablo Casado cuando perdió su pulso con Ayuso...-, con estos antecedentes, los republicanos pueden organizarle un recibimiento en Sanxenxo al viejo monarca a ritmo de guitarrón, trompetas y violines. Y cantarle eso de “no tengo trono ni reina, ni nadie que me comprenda” y rematarlo con el “volver, volver, volver”. El género musical se ajusta a lo que ha sido la vida del emérito, con amores tórridos, traiciones, tragedias, fiestas de cantina de alta alcurnia...

Mientras una parte del país no olvida ni su vida disipada cuando era Jefe del Estado ni el lucro personal obtenido por mor de su cargo, en la población pontevedresa están tan contentos. Creen que todo lo que rodea al Borbón (palmeros, cortesanos, empresarios, comisionistas y grupis de cualquier pelo) aportará prosperidad a la localidad costera, le reportará mucha resonancia y supondrá una publicidad extra para futuros veraneantes. Escuchada la euforia de los vecinos (los críticos o no existen o no los sacan en los telediarios), nada me extrañaría que abrieran una lista de donativos para regalarle al exinquilino del trono un Azor o construirle un Marivent. Si Franco veraneaba en el Pazo de Meirás a su heredero por decreto le cuadra el hacerlo en Sanxenxo.

Vuelve el rey de la Transición y del campechanismo. El de los espárragos cojonudos. El de me llena de orgullo y satisfacción. El pasado fin de semana se escenificó una consulta no vinculante sobre monarquía o república. Lo de menos es el resultado porque quienes acudían a depositar la papeleta tenían una ideología clara; lo importante es el paso dado para insistir que el modelo de Estado está sometido a debate y debería ser refrendado por los ciudadanos. Y si la mayoría sigue abrazándose a la monarquía, adelante con ella. Para los republicanos, siempre quedará la opción de mandar un mariachi a La Zarzuela: “Con dinero y sin dinero, hago siempre lo que quiero...”.

Los republicanos pueden organizarle un recibimiento en Sanxenxo a ritmo de guitarrón, trompetas y violines, y cantarle eso de “no tengo trono ni reina, ni nadie que me comprenda”