i el ruido provocado por la visita del emérito le ha puesto sordina a otro temas de actualidad, habrá que recordar aquí que Mbappé no ha fichado por el Real Madrid. Por si no lo saben. Quienes no siguen la actualidad deportiva quizá se queden sorprendidos; durante los últimos meses, los medios de ámbito estatal -no solo los deportivos sino también los generalistas- vienen reclamando para sí la exclusiva de la operación. En las informaciones han encontrado espacio todo tipo de especulaciones sobre cómo iba a ser la vida de la estrella del fútbol en Madrid, desde las más absurdas a las menos relevantes. He llegado a escuchar que ya tenía una lista de restaurantes favoritos y de locales de ocio. Y hasta han aplaudido lo correcto de su cháchara en castellano en lo que era, sin duda, decían, un guiño a sus futuros aficionados. La semiótica tomó las redacciones, donde destripaban fotos y gestos de sus compañeros en mensajes colgados en redes sociales para refrendar la información que interesaba. Incluso una mueca, un gesto de la boca, daba para minutos y minutos de programación en un programa deportivo nocturno. Y finalmente Mbappé se quedó en París.

Gran parte de la profesión enrojeció: habían vendido como cierta una noticia que no estaba cerrada. En el más puro estilo cainita, un puñado de gentes comenzó a pasar facturas, a leer titulares, a meter cortes de radio y televisión que ridiculizaban a los autores, a dar lecciones de periodismo. Hay también quien hizo autocrítica y asumió que en este asunto solo había una fuente y era el presidente del Real Madrid. Otros, en fin, señalaban al futbolista por incumplir su palabra (supongo que ese comentario también sale del club...).

El periodismo es víctima de los tiempos; la prioridad de lo digital sobre el papel incrementa la urgencia por ser los primeros, acumular el mayor número de visitas y conseguir el mejor posicionamiento en el discover que atraiga a su vez a más curiosos (no digo lectores). Todo acaba repercutiendo en los ingresos. Los rangos han cambiado: antes se contrastaba y luego se imprimía; ahora se cuelga y luego ya veremos. No es algo generalizado pero a veces nos pasa y no vale como excusa. Y esta vez nos hemos metido un gol en propia puerta por adelantar la exclusiva de Mbappé.

Gran parte de la profesión periodística enrojeció al saber que el futbolista no fichaba por el Real Madrid: habían vendido como cierta una noticia que no estaba cerrada