Dicen que Olentzero cumple 60 años, ¡qué casualidad! como muchos de mis amigos y amigas, Mª Jesús (en el día), Asti o los innumerables compañeros y compañeras de las distintas clases a las que asiste una desde la infancia y que también hemos estrenado década a lo largo del año. Olentzero es un carbonero que de repente disfraza Pamplona de pueblo. Trae bichos al asfalto y su paseo se ha convertido en un vistoso y musical desfile que anima la tarde de Nochebuena. Pero es eso y mucho más. En Pamplona es un símbolo del 24 de diciembre que hace rememorar muchas cosas. En los años de penumbra, Olentzero constituyó una puerta abierta a la silenciada cultura de la tierra y hasta hubo carreras. Txistus por la calle y un ir y venir de caseros y caseras danzando, animando y animados por su llegada. Salir solas, permiso asegurado, preámbulo de buena cena; era una fiesta y también un espacio de libertad. Este carbonero fumador y bonachón siguió abriendo la calle a otras expresiones de recuerdo y reivindicación. Ocasión para rememorar a los ausentes, a los presos, a los parados, a quienes carecían de casa, en suma, a quienes encendían y siguen encendiendo en esta peculiar tarde-noche un halo de solidaridad.

Ángel Iriarte alerta de que Cáritas este año ha ayudado a 7.000 personas de las que un 54% (más de 3.000) viven en habitaciones, en muchos casos hacinadas. Unas personas, sin embargo, tendrán dinero para disfrutar esta noche peculiar pero no tendrán ánimo, otras tendrán ánimo pero no dinero, otras pasarán de esta historia, a otras les invadirá la tristeza, otras tendrán que luchar contra un cáncer, otras muchas ya no estarán. Y así como la tierra sigue girando sobre su eje, hoy es Nochebuena y Olentzero anuncia que es una noche especial en la que no está de más que siga brillando ese halo de solidaridad.