la política es el arte de lo posible y, en el caso de Sánchez y de Iglesias, de lo obligado. Pero ambos hicieron imposible lo imprescindible cruzándose órdagos durante meses sin reunir a sus delegaciones salvo unas horas y el disparate acabó en unas segundas elecciones que a PSOE y Unidas Podemos les privaron en total de diez escaños y casi 1,3 millones de votos. Con la muy agravante circunstancia de que permitieron que la ultraderecha se disparase el pasado domingo a los 52 diputados, 28 más, y que el PP aprovechara el regalo para crecer en el Congreso un 33%, hasta 88 representantes. A la vista del despropósito, y para cortar de raíz la hipótesis delirante de unos terceros comicios, Sánchez e Iglesias han metido al fin sus egos en el congelador para anunciar en día y medio desde el cierre de las urnas un Gobierno de coalición sustentado en 155 diputados, a falta de concitar el respaldo o la abstención de Más País, PNV, Coalición Canaria, BNG, Teruel Existe, el partido de Revilla y tal vez ERC. Así como de acuerdo a su condición de ganador de las elecciones cabía imputar a Sánchez la máxima responsabilidad del fiasco pretérito, ahora también debe adjudicársele el mayor mérito en este consenso básico, haciendo virtud de la necesidad al rectificar generosamente su doble veto al formato de la coalición y a la vicepresidencia de Iglesias, confirmado ya en el puesto aunque en ese rango no estará solo. Pendientes por este orden de la letra pequeña del programa pactado -cuya música suena afinada-, de los apoyos para consumar la investidura y de la estructura del Ejecutivo que finalmente se arbitre, el abrazo de ayer entre Sánchez e Iglesias arruina las expectativas de Navarra Suma de que una aproximación del PSOE al PP dinamitara el Gabinete de Chivite. Para en sentido contrario disipar todas las sombras que desde el exterior podían cernirse sobre el tripartito foral, utilizado vilmente como arma arrojadiza contra Sánchez y ahora reforzado porque los inquilinos de la Moncloa y de la Diputación se sustentarán con fórmulas análogas. Pierda pues Esparza toda esperanza de llegar al congreso venidero de UPN con el Gobierno de Chivite demolido o fracturado.