azado y pasado, las dos cosas es Casado. El expedientador expedientado se coló en la batalla entre Soraya y Cospedal como verdadero inicio de la guerra civil en el PP, se saltó el turno de Feijóo y este exige su trono ahora que le brindan palmas unánimes para tapar los rugidos de Vox. Bisoño en lo político y veleta ideológicamente, el don nadie se creyó alguien, retó a la icono pop de la diestra heavy y a su casa que se va Casado con la licenciatura regalada. A picar piedra, Pablo, lapidado por quienes hasta anteayer te jaleaban. Escrita la historia, lo mejor es la trama. O más bien lo peor tratándose de una adjudicación directa por un gobierno a un empresario conocido de la presidenta de ese gobierno que reporta una comisión al hermano de esa presidenta. Por lo demás, un contrato para la compra de mascarillas asignado en lo más crudo de la pandemia, un chanchullo entre la muerte. Y qué. Nada importa la investigación de la Fiscalía Anticorrupción. Nada. Cómo va a importar si la gente educada en la superioridad moral y económica hace lo que le sale de los mismísimos, si no hay estética que valga ante la ganancia personal. Lo que se dice una corrupción natural y que como signo de identidad no merece un reproche no ya penal, tampoco electoral. Y por eso la manifestación de apoyo tan incondicional como irracional a Ayuso a las mismas puertas de Génova y el cierre de filas de los barones del PP con su homóloga, el referente más extremoso que nunca ha anidado en la derecha clásica, si es que todavía sirve el término. Porque hay mucho corrupto, sí, pero todavía más facha, en la acepción de reaccionario según la RAE. Consecuencia de la contaminación del PP, en un proceso de ósmosis fruto de la cohabitación institucional, por el neofascismo y el ultrapopulismo de Vox. Ese conglomerado xenófobo, misógino y homófobo que pese a su rechazo al Estado de las Autonomías posibilita los gobiernos conservadores de Madrid, Andalucía o Murcia y que a fuerza de homologarle democráticamente ya exige el poder ejecutivo, léase consejerías con sus presupuestos. Aunque la putrefacción ética del PP y de una mayoría de su electorado ya no tenga enmienda, como marca política sí debería centrarse y además moderarse. Porque el fracaso de Casado deja una única lección: si nutres a la radicalidad, se llame Vox o se apellide Ayuso, te acabas convirtiendo en su alimento. Enseñanza también para Esparza. En Navarra Suma y en UPN.

Cómo va a importar la investigación a Ayuso si la gente educada en la superioridad moral y económica hace lo que le sale de los mismísimos, lo que se dice una corrupción natural