Tenemos que estar alertas, los tiempos que vienen no parecen buenos. Al avance de la extrema derecha se suma una nueva crisis que está al caer, un doble retroceso de derechos, un paso atrás en las libertades, un peligroso cambalache de populismos y fascismos. Es difícil recordar cuándo empezó esta cuesta abajo, cuándo comenzó a filtrarse gota a gota hasta hacer temblar los pilares de la democracia. Hubo un tiempo, nada lejano, en el que era posible pensar en un Gobierno progresista basado en el acuerdo entre las diferentes fuerzas de izquierdas, o al menos no de derechas. Navarra ya lo tiene, no ha sido fácil, pero es un claro ejemplo de que si se quiere el acuerdo es posible. Un Gobierno que respetara el resultado electoral y el sentir mayoritario de una sociedad que pide diálogo como primer paso imprescindible para impulsar la acción política y salir del momento en el que estamos. Porque no es que el país esté detenido en este largo impás electoral, en el que los líderes van perdiendo credibilidad día a día, a medida que crece el hartazgo general de los votantes, es peor, vamos hacia atrás en una política destructiva donde la ética brilla por su ausencia, donde manda el todo vale y el cuanto peor mejor. Los problemas de los ciudadanos y ciudadanas ya no les marcan la agenda, ahora son los grandes temas de Estado los que les quitan el sueño. Apenas les hemos escuchado en esta campaña hablar de salud, de educación, de cultura, de siniestralidad laboral, de violencia contra las mujeres, de prestaciones sociales, de inmigración, de pobreza, de empleo, de pensiones... y cuando lo han hecho suenan huecos, como el actor que lleva años haciendo la misma función sin emocionarse ni a sí mismo, recitando un guión en el que no cree. Y precisamente es esa emoción que no ponen la que necesita el votante para movilizarse, sentir que hay una razón mas allá de lo que se ve para volver a votar, para seguir confiando en la política. Porque no da igual cómo se interprete el guión y mucho menos quién lo escriba cuando son nuestros derechos y nuestra libertad lo que está en juego.