Imposible calcular cuántos miles de paquetes estarán viajando esta semana por el mundo. Cuántos pedidos on line se habrán registrado, cuántos embalajes, cuántos repartos en curso, cuántos avisos de entrega o no entregado, cuántas reclamaciones, quizás miles de devoluciones, cuánto gasto y cuánto estrés, cuánto correo promocional en la bandeja de entrada, cuánta tentación... Todo por el black friday, una fecha que hasta hace unos años pasaba desapercibida y que ahora es un día clave del consumo desenfrenado, probablemente el de mayor volumen de ventas de todo tipo de productos. El problema es para quien y a qué precio, quién gana y quién pierde con tanto descuento. ¿Cómo es posible que algo que nos llega a casa solo con un click cueste hasta un 30 o 40% más barato que si lo compramos en la tienda? A veces es así. Es cierto que si sabes comprar con previsión y con inteligencia, sin dejarte arrastrar por la magia de la oferta puedes hacer de este día, más bien semana, la temporada del ahorro. Si eres capaz y tienes tiempo para comparar precios, hacerte una lista con lo que necesitas, leerte bien la letra pequeña antes de aceptar la compra, no gastarte lo que no tienes y ser responsable en el consumo adelantando otros gastos que tarde o temprano harás, entonces puede ser un buen día. Pero para que algo que cuesta lo que dicen que vale el resto del año cueste bastante menos por un día, será quizás porque entre los intermediarios alguien no gana lo que vale su trabajo. Igual es que todavía estoy bajo la influencia de la última película de Ken Loach, Sorry we missed you, porque desde entonces reconozco que nada es igual cuando pienso en comprar por Internet. Después de ver la película solo veo repartidores intentando heroicamente llegar a su destino, repartidores que como el del filme trabajan muchas mas horas de las que deberían en condiciones tan precarias que acaban minando su salud y sus vidas, solo para la satisfacción del cliente, que podemos ser cualquiera de nosotros o nosotras. Donde antes veía retrasos injustificados o paquetes que no llegan nunca, ahora veo la precariedad de este sistema y todos los abusos que comenten quienes controlan ese gran negocio al que nos van dirigiendo. Pero no podemos olvidar que la decisión de comprar o no es nuestra. Si solo nos movemos por el descuento, seguro que alguien sale perdiendo. Quizás el ahorro no siempre compensa. Es para pensárselo.