reo que la talla de Almudena Grandes como escritora comenzará a realzarse de verdad y valorar, pese a algunos, ahora que ha fallecido. También crece la impresión, si no certeza, que su condición de mujer le ha impedido recibir en vida todos los reconocimientos que se merece -su premio más importante fue el Nacional de Narrativa en 2018-. Pero ahí no queda la cosa, si a ello se une que ella misma se definió en una de sus columnas como "republicana, de izquierdas y anticlerical", es decir, una persona de convicciones pero valiente para decirlo, queda más o menos claro el impacto de esta mujer entre los biempensantes y la desaprobación que creó en los mullidos ambientes de los herederos del facherío -entre los fachas que saben que lo son y los que no lo saben y lo son, que éstos son los peores-. Almudena Grandes dijo en una ocasión que, al margen de las inclinaciones ideológicas, "lo que verdaderamente me hizo ser de izquierdas fue leer". Vamos, un peligro.

Al margen de novelas señaladas y conocidas, Las edades de Lulú, Malena es un nombre de tango, la serie de obras que componen los Episodios de una guerra interminable resultan un trabajo sencillamente colosal, arrebatador en muchos momentos por la calidad literaria y adictivo por el valor y profundidad de la trama. El relato de la España de la posguerra, el relato de los perdedores y olvidados, certifica a Grandes como escritora monumetal y minuciosa historiadora. Los pacientes del doctor García probablemente sea una obra difícil de superar como novela y como novela histórica. "El franquismo fue una dictadura prototípica debido a su certera aplicación progresiva del terror. Se sembraba toda esa represión desde el Gobierno para que nadie se moviera, ni quisiera cambiar las cosas", dijo en una ocasión.

PP, Ciudadanos y VOX del Ayuntamiento de Madrid votaron en contra de que la escritora madrileña fuese nombrada Hija Predilecta de la ciudad y de que la próxima biblioteca que se inaugure en la capital lleve su nombre. Otro episodio de la guerra interminable, el de borrar la memoria.

Esta anécdota patética no acaba con la legión de seguidores de una mujer que escribió con ternura, pasión, documentación, elevado sentido crítico, sin ocultar su inclinación ideológica. Y eso molesta.

Para algunos ser republicana, de izquierdas y anticlerical invalida la categoría de gran escritora, es decir, la historia interminable que contó Almudena Grandes