a palabra guerra le puso mayúsculas a las primeras informaciones sobre el conflicto indisimulado entre Rusia y Ucrania. Guerra, término novedoso en un viejo mundo con antiguas relaciones viciadas, germinadas no se sabe cuándo. Guerra vocablo en desuso porque se ha sustituido por expresiones que queremos menos graves o ruidosas: conflicto armado, crisis fronteriza, escaramuzas guerrilleras, rebeliones militares, choque de fuerzas, incursiones, insurrecciones, golpes de Estado.

Pero una guerra sin tapujos, como se señalan las hostilidades -otro eufemismo- entre Rusia y Ucrania, debe provocar respeto, también un temor creciente, porque el lío está montado allí mismo, aquí al lado, en esta Europa que dibujan los mapas, con fronteras eternas más allá de las pactadas. La cercanía es lo que da dimensión y perspectiva a casi todo en la vida y el ruido que viene del Este parece que nos aproxima a algún tipo de abismo. Pero hay más precipicios.

Al final de un informativo de una cadena televisión se coló detrás de las idas y venidas de Urdangarín una referencia a la guerra del Yemen. Guerra, sí. "Un 60% de las 377.000 víctimas que ha dejado el conflicto de Yemen hasta el momento no han muerto por las bombas o balas, sino por los efectos sociales de la crisis, como el hambre y las enfermedades prevenibles. La proporción puede alcanzar el 75% si el conflicto se prolonga hasta 2030, cuando se calcula que podrían morir 1,3 millones de personas", dice un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo del pasado mes de noviembre sobre esta guerra alejada y quizás tapada por la lejanía y nuestra falta de interés. La guerra empezó en el Yemen en 2014 para unos, en 2015 dicen otros. Unos rebeldes, apoyos económico y de armamento y todo sigue ardiendo.

Algunas publicaciones detallaban a final del año pasado que hay más de medio centenar de guerras activas que, lógicamente, siguen causando muertes, desplazados, violencia selectiva contra la mujer y los niños, mutilados, hambre, terror. Yemen, Siria, Afganistán, Etiopía, Níger, Burkina Faso, República Centroafricana, Mozambique, Malí, Sudán del Sur, Birmania, son algunos escenarios, en los que además hay conflictos multiplicados. Hay demasiadas guerras, sí. Los mapas las colocan, la geografía admite cualquier horror. Los paracaidistas ya van para allí.

La guerra del Yemen, que nos pilla un poco lejos, ya ha dejado 377.000 víctimas, el 60% de ellas ha muerto por los efectos de la crisis, como el hambre