a pinza es una constante en la historia del PP. Aznar no dudó en embaucar al recto Julio Anguita, a la sazón líder de IU, allá los años 90 del siglo pasado para acabar con el Gobierno del todopoderoso Felipe González. Con la intervención del periodista Pedro J., Aznar convenció al abanderado del “programa, programa y programa” para descabalgar como fuera al incombustible líder socialista aunque tuviera que aliarse con el diablo rojo. Fue la estrafalaria pinza PP-IU que reforzó la estrategia de Aznar para asaltar La Moncloa y que dinamitó el crecimiento de una Izquierda Unida que nunca volvió a tener tanta fuerza electoral. Jugada maestra del muchachito de Valladolid para retornar a la derecha al poder. Pasada la era Aznar, la pinza se convirtió en otro distintivo del PP al tras consagrarse Rajoy, ungido a dedo como su sucesor, como presidente tras la era Zapatero. Su paso por el poder dejó en el PP un reguero de corrupción a todos lo niveles. Ni tapándose con pinzas las narices podían sus dirigentes escapar del hediondo proceder de muchos de sus cargos, que se llenaban los bolsillos y delinquían para favorecer políticamente al partido. Tanto es así que fue considerado organización criminal y acabó costándole el cargo a Rajoy. La llegada de Casado se presumía tranquila y esperanzada. Pero su estrategia de giro aún más a la derecha y el rutilante emerger electoral de su amiga y compañera Isabel Díaz Ayuso ha dinamitado el partido y sus posibilidades de descabalgar a Sánchez. Tanto es así que la pinza ha vuelto a aparecer en la confluencia de intereses de dos de los barones con más peso, Ayuso y Feijóo, para aliarse y poner fin al casadismo en el PP. La primera ha pasado de acusada de corrupción -muy típico en el PP- a revolverse y aparecer ante sus huestes como víctima del espionaje de sus compañeros de Génova. El segundo ha puesto firme a su hasta ayer líder y ha dado las primeras puntadas para tejer su carrera política en Madrid con vistas a La Moncloa tras cuatro mayorías absolutas en Galicia. Casado intenta ganar tiempo hasta el lunes para medir fuerzas con los barones pero su lucha es estéril y su destino está escrito. Sólo le queda retirarse con la dignidad y resignación que acompaña a los líderes traicionados una vez desalojados de la poltrona. Y que parezca que la solución final está pactada aunque todos sepamos que no es así. Con compañeros de partido así, para qué tener enemigos. En el PP se les está yendo la pinza.

Casado intenta ganar tiempo hasta el lunes pero su lucha es estéril y su destino está escrito. Con compañeros de partido así, para qué tener enemigos